Nunca lo hube pensado nunca así, pero caigo en la cuenta de lo subjetivo que se vuelve todo, no hay cielos sin estrellas ni tardes tristes, puede ser de día o haber demasiada luz, puede estar nublado o lleno de polución, es nuestra búsqueda la que le da un nuevo sabor a todo.
No es cierto que se cierren las puertas, ni que los corazones latan más despacio destrozados, somos nosotros los que le damos nombre a esas cosas que a través de nuestros ojos tristes se vuelven tristes también, son nuestras ilusiones rotas las que lo tornan todo más gris o rosa, o azul o rojo.
Somos nosotros, esos seres subjetivos, los que convertimos cualquier cosa a nuestro alcance en algo malo o en algo bueno, en algo duro o blando, solitario o compartido, alegre o triste, e inventamos nuestros universos personales y pequeños cuando estamos solos, a falta y sobra de algo o de alguien, porque es en nuestro mundo donde todo gira en derredor de nosotros.
No hay cielos sin estrellas, somos nosotros los que no alcanzamos a ver que con nuestras ideas lo matizamos u ocultamos todo, dejemos de pedir al cielo que brille para nosotros y mejor avancemos a una zona con menos nubes, o donde el aire circule más deprisa. |