Primer Sueño.-

Es sólo un lavamanos. Estándar. Normal bajo todas las leyes y conceptos. Las manos del joven se lavan afanosamente, la una a la otra, casi siguiendo un patrón. Se detiene. Sus manos no podían estar más limpias, sin embargo, toma el jabón y se las lava una última vez. Cuando termina, se mira al espejo. Su rostro se mira con cansancio. El grifo está abierto y el agua cae. El joven lo cierra. Mira un rato al lavamanos, casi embelesado, casi hipnotizado. El timbre del teléfono lo saca de sus casi pensamientos. Sale del baño y se encuentra en una habitación que tardó en reconocer como perteneciente a la casa. El teléfono seguía sonando. Un teléfono negro, de esos que para marcar un número hay que hacer girar una especie de ruleta. El timbre del aparato perforaba los tímpanos, pero el joven sólo miraba. Él sólo miraba. Pasó un buen rato. Y el teléfono dejó de sonar. El joven siguió mirando, como si mirara al vacío y el teléfono sólo fuera un obstáculo entre él y la galaxia más lejana. Repentinamente el teléfono comenzó a sonar de nuevo. Él dio dos zancadas y tomó el auricular de inmediato:

- “¿Aló?”
- “......”- Una pausa.- “¿Aló?...¿Sí? ¿Diga?....”- voz de hombre adulto.
- “Err...”- el joven miraba a todos lados, tratando de buscar una explicación.- “Disculpe, pero usted me llamó a mí. Yo contesté el teléfono. Yo debería decir aló...”
- “Mira, quiero hacerte una propuesta”.- El hombre al otro lado de la línea lo interrumpió.- “Necesito que me respondas un par de preguntas. Las más sencillas que te puedas imaginar...¿Crees que puedes hacerlo?”
- “........Seguro”
- “Muy bien....¿Me puedes decir qué hora es? Mira el reloj que está en la pared...”
- “.....Son las.....son cinco para las seis...”- El joven no quiso preguntarle al hombre cómo sabía que había un reloj justo al frente de él...
- “Gracias....ahora, ¿Cómo te llamas?”
- “¿Qué?...Mi nombre es...yo...¿Mi nombre?”- Era increíble. No recordaba su nombre. No era eso tampoco. Simplemente no tenía conciencia que alguna vez haya tenido uno de esos...un nombre...un nombre...

El hombre al otro lado de la línea se rió largamente, disfrutando el momento. Luego cortó.

El Joven Sin Nombre soltó el auricular y corrió hacia la puerta. La puerta principal. La abrió.

Nada. Sólo el paisaje normal, calles, autos, un atardecer normal. Entró llorando y se dirigió al baño. El agua corría. Se lavó las manos. Se miró al espejo. Todavía lloraba.

Cuando volvió al living, el auricular estaba puesto en el teléfono. El Joven Sin Nombre miró el reloj. Tal como lo supuso, todavía eran cinco para las seis.

El Joven Sin Nombre se secó las lágrimas con sus mangas. Esbozó una pequeña sonrisa. Sacó el reloj de la pared, un reloj común y corriente, y volvió sus pasos hasta la puerta. Puso su oído atento en la madera y, obviamente, escuchó como alguien intentaba abrir la puerta por el otro lado, sin éxito. El Joven Sin Nombre tomó el reloj entre las manos. Las seis de la tarde. Tiró el reloj lejos y abrió la puerta. Obviamente no saldría al mismo lugar.
La puerta se cerró detrás de él mientras el reloj se hacía añicos...

CONTINUARÁ.-