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Iba un día caminando un cazador en el bosque, buscando animales para cazar, mientras vio una luz intensa en el fondo del bosque, se dirigió hacia aquel lugar y encontró que una hermosa mujer caminaba con una sonrisa angelical, en el medio de un círculo de flores, vestía de blanco, tenía el cabello claro sujeto a una corona de flores de diversos colores.

-¿Qué hace una dama tan hermosa tan sola en este lugar? –preguntó el cazador acercándose a la joven.

-He venido aquí porque mi padre me ha mandado a conocer el mundo. –respondió la joven.

-¿Y quién es su padre bella dama?

-Es un hombre que nos cuida a mí y a los ángeles del Paraíso. –contestó ésta mientras acariciaba una ardilla que pasaba al frente de ella.

-¡Ah! Si ya entiendo los ángeles –dijo incrédulamente el cazador- ¿No quiere que la lleve a la ciudad?, conozco este bosque muy bien y podría guiarla hacia la ciudad.

-No gracias, voy a vivir un tiempo en el bosque.

-Tengo una cabaña cerca de aquí, si quiere puede quedarse allí por un tiempo.

-Gracias, señor. –le contesto la muchacha.

Los dos jóvenes emprendieron camino, sin mencionar palabra alguna, hasta llegar a aquella cabaña.

-Bueno ya llegamos, aquí es –le dijo el cazador-. No es tan amplia pero está bien. Se puede quedar el tiempo que usted guste.

-Gracias, siento causarle muchas molestias.

-No es molestia alguna, no se preocupe. Más bien dígame ¿qué hacía usted en el bosque?

-Como le decía estaba ahí porque he venido del Paraíso y me voy a quedar a pasar un tiempo en este lugar.

-Oh que bueno, por mí no se preocupe esta cabaña lleva mucho tiempo sin que nadie la habite así que se puede quedar todo el tiempo que guste, y si quiere puedo venir a acompañarla para que no se sienta sola.

-Gracias señor, es usted muy amable.

-Bueno me despido, vendré más tarde, hasta luego.

-Hasta luego entonces.

El cazador iba frecuentemente a visitar a la joven llevando algunas frutas y vestido, se quedaba a merendar con ella para después irse nuevamente a la ciudad.

Después de unos días el joven cazador le preguntó a la joven cómo era ese Paraíso del que provenía.

-Allí está tan lleno de ángeles y vivimos en un bosque hermoso donde nuestro padre nos quiere y nos cuida. –le contestó la joven.

-¡Oh! fantástico. –decía el cazador.

El cazador y la joven se enamoraron, éste iba todos los días a visitar a la joven, él le contaba lo hermosa que era la ciudad donde vivía:

-La ciudad es un lugar hermoso –le decía-, lleno de árboles y flores, con personas felices conviviendo con los animales, allí todos vivimos en paz y armonía, todo nos ayudamos entre nosotros, allí hay un rey muy bueno que gobierna con justicia, allí no hay pobreza, tenemos un Dios milagroso por eso no nos falta nada, todos somos buenos, es un lugar muy hermoso, es un mundo feliz.

La joven le miraba encantada cuando le describía lo hermoso que era el mundo, le escuchaba atenta, imaginaba y soñaba con ir allí.

-Llévame contigo a conocer ese mundo tan hermoso y tan bello del que siempre me hablas. –le dijo la joven después de escuchar al cazador.

-No me pidas eso ¿para qué quieres ir?, no hay necesidad de que vayas, tú eres tan pura e inocente. No vayas a ir, no quiero que te pase nada, además aquí no te falta nada, aquí eres feliz.

-¿Por qué no quieres que vaya? ¿Qué podría pasarme a mí en un lugar tan tranquilo como ése? Hasta podría pensar que es como el Paraíso de donde provengo. Llévame por favor.

-No, no puedo y no quiero que me lo vuelvas a pedir.

La joven se quedó preocupada por lo que el cazador le dijo.

Al día siguiente la joven esperó como siempre al cazador, pero éste no llegó, pasaron varios días sin que fuera a visitarla, pasaron varias semanas y no regresaba. Ella se preocupó y decidió ir a buscarlo a la ciudad a pesar de que el cazador le había dicho que no vaya.

Mientras se dirigía hacia la ciudad vio al cazador sacar de su mochila un arma con que disparó a una liebre que caminaba despacio, seguidamente vio que disparaba como un loco hacia todo animal que pasaba por allí, los capturó y se fue riendo estrepitosamente sin darse cuenta la presencia de la joven.

La joven se quedó sorprendida por lo que vio y decidió seguirle sin que lo notara, después de un rato llegaron a la ciudad.

La joven quedó perpleja al ver la ciudad, era muy diferente a lo que le había descrito el cazador.

Al entrar a la ciudad se le acercaron unos débiles mendigos.

-Por favor danos algo, porque estamos muy hambrientos y no hemos comido hace días. –le decían.

-Oh lo siento no tengo nada para poder darles. –respondió la joven.

Siguió caminando y vio a un hombre gritando y azotando a un esclavo haciéndolo trabajar a la fuerza. Vio a dos mujeres corriendo mientras que a una le golpeaba un hombre mayor que ella. Vio niños viviendo en medio de la calle muriéndose de hambre.

La joven se quedó horrorizada, lo que vio era todo lo contrario a lo que el cazador le había contado, se puso a sollozar amargamente y cuando levantó la mirada vio al cazador llevando a los animales que había cazado hacia el mercado que estaba allí, los vendió a cambio de algunas monedas, seguidamente entró a un bar y sentado en una mesa se puso a beber hasta perder el control, peleándose después con otro que estaba ahí.

La joven se fue corriendo dirigiéndose hacia el bosque.

-Ay que dolor, –dijo llorando- que dolor siento en mi corazón, ¿por qué me mintió de esa manera?, que mal me siento por haberle creído. ¡Qué dolor! ¡Qué crueldad! ¿Por qué es así el mundo? ¿Dónde está aquel rey que hace justicia? ¿Dónde ese Dios tan milagroso?

Siguió corriendo hacia el fondo del bosque, y empezó a llamar a su padre para que la regresara al Paraíso tan querido por ella.

-Padre mío, por favor llévame a tu lado, por favor padre no me dejes aquí sola.

Su padre milagrosamente se apareció y le dijo:

-Hija mía, ángel mío deja ya de llorar y escúchame. Desde ahora tú vas a cuidar este bosque y a todos estos animales, protégelos y cuídalos como yo les cuidé a ustedes, con amor y con cariño, no permitas que los cazadores les hagan daño.

-Sí padre, –le contestó- haré lo que digas y los cuidaré por siempre.

Desde ese día la joven se quedó en el bosque cuidando a los animales, ahuyentó con su arco y su flecha a los cazadores salvajes y sanguinarios que iban al bosque.

En la ciudad se dice que ya nadie puede entrar allí porque hay un ángel que cuida el bosque que hiere a todo aquel que se atreve a romper la tranquilidad del bosque.

FIN

Texto agregado el 09-10-2006, y leído por 168 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-04-2007 Muy bien me gusto, sigue escribiendo y te seguire leyendo. Virile
 
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