Estaba en el velatorio de mi mejor amiga. No podía creer que se suicidara, nadie entendía el por qué lo hizo. Ella estaba fría, más blanca de lo usual y el maquillaje que utilizaron tapo el hueco que tenia en su cabeza provocado por la bala asesina. La vistieron de blanco, el color de la pureza como lo era ella. Quise acercarme a consolar a su novio pero enseguida me encontré con sus padres que necesitaban más consuelo. Hablamos y me mostré apacible con ellos, trataba de acompañarlos en el dolor.
Pasaron los días y mi ignorancia me remordía el alma, ¿Qué llevo a Roxana a acabar con su vida? Fui a nuestro centro de reuniones, ahí tenía que encontrar una respuesta, porque su cuerpo fue encontrado allí. Cuando había llegado encontré todo el lugar intacto, ya nadie iba a ese lugar. Buscaba en el rincón de mi amiga, algo que pudiera ayudarme a comprender su decisión. Por fin había hallado algo inusual. Era uno de de sus tantos escritos, pero su escritura era extraña y lo que decía también lo era. La poesía de su muerte decía:
Me olvide otra vez
que tenia que correr
mis ganas de volver.
No pude recordar
el silencio de ayer,
solo logro gritar
en un abismo fatal.
Falsa sonrisa dibuje
en mi piel,
Necesito salir del papel
que jugué.
Soy la primera persona
de un yo encarnado.
Soy un camino disuelto,
de un sin fin de lamentos.
Las piedras que encontré
Sola no las quise romper.
Necesite y sacie
mis ganas de beber
el agua de mi fe.
Ahora me marcho
Y dejo todo el pasado,
rechazo mi futuro.
Y por fin todo acabado.

Se terminaba de engranar la última pieza de un todo. Roxana dejo todo, estaba presionada y no podía sobrellevar una carga tan pesada que luego descubriría.
La pericia que el forense, poco tiempo después nos mostró, dictaminaba que Roxana estaba embarazada de 1 mes. Se mato porque no quiso afrontar su responsabilidad, callo y decidió morir como la salida más rápida a su situación. Roxana, amiga mía, donde quieras que te encuentres rezaré por ti y por ese bebé que no logró nacer.