Apología para niños



Quien le habrá susurrado
al hortelano infante,
su metafísica esencia…
Diáfana lagrima de rocío
serpentea por su faz,
como una canica nueva,
para dar siempre en el
hoyo fúnebre de la vida.

No hay que afligirse niños…
Hay que sembrar poesías en los
cráteres insondables del azar;
para cosechar en los otoños,
una lozana catarsis.

La semblanza de Jesús,
yace en los huertos frondosos
En los huérfanos y sus panes secos
Está también, en las iglesias barrocas.
En las montesinas niñas sucias.
En la mar…

¡Niños universales!
La vida es como una hoja de otoño
Que se desprende de su tallo y se echa
A volar prolongadamente…
Para luego posarse en la roca
En un lodo quizás.
Pero…
Hay que sembrar poesías en los
cráteres insondables del azar.