A veces no entiendo cuál es el objeto de esta, que quiero creer es inconsciente, búsqueda incansable y continua de un amor sacrificado y tormentoso, con una necesidad constante de idolatría y platonismo… cuando en realidad, la felicidad en esta clase de amor es tan real como un programa de televisión.

Desconozco si sea que se nos ha inculcado por los medios de comunicación o los típicos románticos y bohemios de ocasión que se desgarran el alma y opinan que para que un amor valga la pena, debe lucharse por él, y no me refiero a una lucha de conquista y cortejo, sino a una lucha cuerpo a cuerpo tal vez con un tercero, o un amor lejano, de años atrás que no hemos podido olvidar, y cualquier roce o recuerdo que tengamos de él nos mueve el suelo cual si estuviésemos en pleno terremoto del ‘86.

Pareciera que nos hemos comprado la idea barata que tanto se nos vende en lo que nos rodea del amor bien merecido mediante una dosis de sufrimiento para complacer esa hambre por la complejidad.

El amor pudiera más bien avocarse a una radiación de luz y conexión que se da entre dos personas que se procuran mas no se sufren, que conversan mas no se maltratan en un afán continuo de estire y afloje… es tan libre y tan sencillo como un quiero y puedo estar aquí y no un quiero pero no puedo… si se quiere ¡se puede!

En cuanto uno se da cuenta de la falacia en la cual algunos de nosotros hemos crecido y creído era el amor, nuestra intención del mismo se vuelve mucho más simple: estar con alguien que al final del día nos haga reír… O al menos eso creo yo…