Entonces;
la mente fue un nido de pesadillas,
trasminando y minando emociones, ingenuidades,
convirtiendo posibilidades en problemas,
el miedo en límite.
Lo creí un modo de vida;
un destino innevitable.
Entonces convertí la herida en arma;
la soledad en escudo; la vida en muerte.
Un día, sucedió a otro,
hasta volverse el mismo;
y así, vino una herida a suplantar otra;
una culpa a otra;
una ausencia, a otra más.
...............
Entonces, dolió, y dolió...
y dolió aún más...
y tuve tiempo y deseo de detenerme,
de hacer una pausa, y meditar:
A mitad de una -nada- tan tibia, importa parar?.
Entonces, vino un sueño,
uno sugestivo que escapó de sí mismo,
que me produjo tantas claves...
tantas certidumbres...
tanta dicha...
...que el corazón aumentó su ritmo,
la sonrisa y el llanto
en su mezcla más efímera;
colapsaron,
y desperté...
entendiendo
que cuando el sueño termina,
la vida nos espera.
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