Entró en aquella nueva tienda de libros abierta hacía unos días en el centro de la ciudad. Una tienda de libros al estilo yanki, grandes ventanales a la calle, cómodos asientos para ojear los libros, música jazz de fondo, muy suave, luz tenue alternado con focos más potentes dirigido a los super ventas del año.
Amaba los libros.
Era un paraíso para él, deslizaba sus dedos sobre las tapas, como quién los saca de la ventanilla del auto mientras conduce, con suavidad, sintiendo su tersura en piel, o su acabado satinado...
Amaba todos los libros.
Daba igual que fuera de bolsillo, una edición especial o un encuadernado a mano; olfateaba el perfume del papel, un olor como el de un auto nuevo, cuando tienes un libro nuevo, ese olor dura unos días, es característico, después el libro nos adopta, adopta nuestras manías, olores, gestos, nuestras barbaries.
Amaba ese libro.
Lo vio, allí, en un rincón oscuro, como olvidado, era uno más, como esos niños que esperan en las guarderías de centros comerciales a que sus papás los recojan...Si se acuerdan de ellos.
Había tantos, ¿ Justo éste, qué tanto le llevó encontrar, iba a estar marcado con un chip? No lo pensó, lo introdujo en la doblez del periódico gratuito que recogía cada mañana en el centro de la ciudad, se dirigió a la puerta de salida y sin meditarlo cruzó los paneles antirrobo.
Amaba la lectura.
¿ Es pecado robar un libro, para leerlo, para disfrutarlo, cuándo no tienes recursos?
Ese segundo fue eterno, cerró los ojos en su transcurso, y ya estaba en la calle, ¿ A izquierda o a derecha? Da igual, anduvo hasta la primera esquina, mientras tanto reflexionaba ¿ Porqué no voy a la biblioteca municipal y me ahorro este sufrimiento?
Llegó a la conclusión de que amaba los libros, amaba todos los libros, que amaba la lectura, pero sobre todas las cosas, amaba todos los libros vírgenes, sus tapas, su olor, su falta de patria potestad, amaba todos los libros nuevos.
Y si Dios dice que lo importante es amar sobre todas las cosas, ¿ Cómo va a ser pecado robar un libro?
Si el cielo existe, seguro habrá un rincón para este ángel de la lectura, que sólo desea ser, soñando, que sólo desea soñar ojeando y disfrutando un libro.
Quién roba un libro...( amado lector, termine la frase a su gusto).
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