LUZ, CAMARA ...
Golondrina y Luciérnaga vivían en un área verde destinada a juegos infantiles, allí los niños tenían por costumbre atrapar insectos y colarse en cada rincón de la plaza buscando a algún insecto o lagartija, con las cuales poder practicar sus dotes de médicos cirujanos, sin embargo colocaban en peligro a toda la comunidad natural.
Hoy mientras los niños asistían a las escuelas luciérnaga aprovechó para salir con sus hijos a una charla que consistía en cómo mantener las luces encendidas. Esta se realizaría en una hoja del viejo Laurel donde unos insectos extranjeros que estaban en gira se reunían una vez por año, para apoyar a los de la comunidad, sin embargo la aparición repentina de unos niños, provocaron el desastre total, la convención quedo echa trizas, los invitados y oyentes debieron huir salvando sus vidas de una muerte segura.
De pronto Golondrina escuchó unos golpecitos muy suaves en su puerta, colocó el oído como sintiendo algo, escuchó el choque de una luciérnaga que daba cabezazos contra su casa, por alguna razón la vecina se había equivocado, y los ojos se le habían encandilado con la luz que llevaba atada al cuello.
- Vecina, su casa está del otro lado. Le dijo golondrina, para así guiarla.
Luciérnaga, muy asustada le respondió:
- ¡aups!, disculpe usted, es solo que vengo huyendo de unos niños que querían encerrarme en un frasco de cristal. Estábamos en la convención de las luces y unos muchachos alborotaron todo, llevándose a mis hijos.
-¿Sus hijos han sido secuestrados vecina?, y pudo ver a los vándalos.
- Con el susto que tenía solo atiné a huir, pero ya verán esos muchachos, si los encuentro sabrán de mí.
- Adiós vecina, si ve a mis pequeños me avisa.
Pasado el tiempo Luz, volvió a tener otros dos muchachitos, a los que llamó Blanco y Negro, estos pequeños eran la luz de sus ojos, sin embargo Negro tenía un aspecto muy lamentable, por lo que no podía brillar muy bien. Cuando llegaron las convenciones de Primavera, Luciérnaga, o luz como se le podía llamar, decidió llevar a Negro a la charla. – Es preciso que aprendas a brillar- le decía- tu hermano Blanco luce como nadie, y tu debes aprender a brillar.
A medida que avanzaban se podía leer “MANTEGAMOS LAS LUCES ENCENDIDAS”, lección dictada por Morgan Russelfold. La charla comenzó así:
- Para mantener las luces encendidas es necesario…
Y para esto se debe utilizar el corazón…
De pronto se sintió un estremecimiento, el árbol de la convención estaba siendo atacado, nuevamente unos niños con dotes de investigadores querían deshojar el Laurel, un niño muy atrevido comenzó a escalar, mientras los otros le daban ánimos de seguir, esta vez llevaban unos frascos, en los que se podía leer peligro VENENO, estaban a una rama de destrozarlo todo.
Los insectos comenzaron a huir despavoridos sin embargo allí, en medio de la confusión surgió una luz, era demasiado fuerte para ser soportada por niños crueles. La luz comenzó a rodear el laurel y se expandió por toda el área verde.
-¡Extraterrestres!- gritaron los niños y sin pensarlo dos veces comenzaron a huir.
La comunidad quedo en tranquilidad, uno que otro insecto adolorido por los tropiezos, se levantaba muy despacito.
¿Que había sucedido?, Negro al ver el ataque de los niños gigantes quiso demostrar que el si podía brillar y concentrando todas las fuerzas del corazón logró iluminar tan bien que los niños habían dejado sus fechorías para correr a sus casas, dejando en paz el Laurel y a toda la comunidad que allí vivía. Fue así como Negro aprendió a brillar y ahora se le puede ver dando charlas en algún otro Laurel.
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