La muerte es parte de la vida. Ahora bien, afirmo, la muerte es parte de mi vida, de mi vida particular, de la vida de Carolina Reyes, de mí, o de Carol Smith, que finalmente somos la misma mujer y miles de mujeres en una. Soy mi matriushka personal.

Comienzo de nuevo. La muerte es parte de mi vida. Nació conmigo, digamos que la he tenido siempre como compañera y esto no es una fantasía marciana, es cierto.

He visto morir a personas importantes para mí. Ha estado sentada al lado mío cuando he cerrado los ojos y escuchado el último aliento del agonizante.

La muerte se llevó a mi madre con todos sus sufrimientos. La liberó de una existencia malsana, de una existencia que ella no merecía. Mi madre merecía tener una existencia serena, cosa que no sucedió. La muerte, aunque tardó, he de decir que fue benévola conmigo. Me dio la oportunidad de tenerla un año, de decirle cuánto la amaba, de cuánto me dolía verla así. Me dio la oportunidad del perdón, y también, de iniciar un nuevo ciclo en mi vida. Me liberó a mí también de mis pesadas cadenas existenciales. Nos liberó a ambas.

En sueños, la muerte se ha transformado en varias formas: en mariposa y en un caballero huesudo con frack. Igual que al león, la muerte no es como la pintan. En ese sueño, me abrazaba y me sonreía, me decía con su dedo enclenque "tú no, tú no", y se llevaba a una mujer que no era yo. Me abrazaba y sentía en ese abrazo tal calidez, que no tuve más miedo. La muerte me quería. El significado: una nueva vida. Cierto. Ha pasado más de un año de ésta, mi nueva vida. Apenas estoy aplicando mis conocimientos a vivir mi vida.

Sin embargo, la muerte --mi muerte que nunca se va-- ya anda echándole el ojo a mi abuela. Y creo que si también se la lleva, probablemente, tal vez, quién sabe, igual liberaría de culpas, resentimientos y demás cosas a sus hijos. No lo sé, no lo sé de cierto, pero si eso sucediera, tal vez --y sólo tal vez-- éstos podrían ser libres al fin. Lo que sí sé es que la Catrina está próxima a guiñarme un ojo...y a sonreír nuevamente.