Se cuenta que una vez, tres amigos que eran muy unidos, un psiquiatra, un cura y un abogado, encontraron una maquina del tiempo y decidieron enseguida echarla a andar. Viajaron hasta una época muy remota, cuando aun la humanidad era bruta e inculta, y decidieron poner en práctica sus habilidades profesionales para ser reconocidos por el mundo entero y, obviamente, ganar un poco de dinero (a excepción del cura). Enseguida el abogado encontró un cliente al cual defender. En un principio, a este no se le iba a propinar un juicio justo, pero el abogado convenció al pueblo sediento de sangre, que así debía ser y confiando en que su pericia en el arte de la defensa de las personas le haría ganar su primer caso en ese mundo primitivo, comenzó con la defensa del hombre condenado a muerte. Haciendo gala de una hermosa retórica, el hábil abogado estaba a punto de ganar el caso, cuando decidió llamar a su amigo el psiquiatra a atestiguar, arguyendo que este había examinado a su cliente, para que no queden dudas de su bienestar mental . “Este hombre, señores ciudadanos, como puede demostrar con su pericia, es un sabio doctor. El mismo a examinado a mi paciente, y los convencerá de que no es ningún farsante, que no esta loco y realmente dice la verdad”; le había dicho el abogado a la enfurecida turba de gente que observaba el juicio. Luego de la declaración del supuesto gran doctor, el hombre fue condenado a muerte sin titubeos.
El psiquiatra recordando que estaba bajo juramento, reconoció que después de examinar al acusado, había llegado a la conclusión de que estaba enfermo, le había diagnosticado esquizofrenia. Y así se transformo en el primer caso en la historia de la humanidad, de esquizofrenia diagnosticada. El abogado muy enojado viendo como le rompían las rodillas a su cliente, le recriminó a su amigo el haberle echo perder el caso, pero el amigo le recordó haber estado bajo juramento en el momento de declarar, y que el se debía con alma y vida a su profesión, y hubiese sido un gran engaño el haber dicho que el hombre estaba completamente sano.
Al fin decidieron, por petición de su amigo el cura, volver atrás en el tiempo y dejar que todo suceda como debía ser, porque al pobre no le había gustado nada como habían resultado las cosas, y mucho menos le había agradado el diagnostico de su amigo el psiquiatra. Y así fue como se quedaron un tiempo más en esa época, viendo como todo volvía a suceder con el mismo resultado, pero sin entrometerse en estos nuevos acontecimientos. Una vez más el hombre llamado Ieshu, proveniente de la ciudad de nazareth, moría crucificado, pero esta vez sin que nadie le haya diagnosticado esquizofrenia, resucitaría a los tres días y salvaría a la humanidad del pecado. El cura muy agradecido pidió a sus amigos volver a la época actual, porque era viernes de misa y debía leer un hermoso salmo a la gente concurrente.
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