Pasado el tiempo en el cual todo lo que encontraba en la vida me alegraba y me abría un nuevo mundo, la chispa fue desapareciendo, la repetición me enseño en que hay un punto en que la vida sigue pero uno queda estancado en alguna fecha.
El camino empieza a llenarse de esas extrañas personas que están sin estar y las ilusiones convertidas en imágenes congeladas, pasan de ser repentinas a ser cotidianas.
En ese punto lo ajeno se convierte en el tesoro ansiado y lo propio queda en segundo plano.
Comenzamos a convertir nuestro rol en un arcaico teatro viviente lleno de quejas e insultos, todo es malo, el café amargo, el alcohol fuerte y el agua de la ducha fría.
Quejas que ciegan las soluciones, una vez escuche a un hombre que decía:
Discutir jamás resuelve un problema, es más sencillo sentarse y buscar la solución.
Y la incógnita al galimatías de la existencia no es ser una persona que esta sin estar, sino si el café amarga es simplemente porque es su sabor, añadámosle azúcar, si el alcohol es fuerte, mézclalo con algo y si el agua de la ducha sale fría, arregla el termo.
Soluciones tan sencillas que ignoramos o mejor dicho apartamos de nuestras mentes, porque decidimos que la queja es un derecho, cuando realmente es un tormento que nos amarga más.
Que cuesta levantarse y decir buenos días, en cambio decimos, Tengo sueño y nos encaminamos al lavabo, sin cruzar mas palabra, convirtiéndonos en eso, seres que están sin estar.
Clamo por el rayo de sol que por nuestras quejas queda atrapado en la minúscula nube de nuestros tormentos.
Clamo por la simple sensación de respirar y sentir la vida dentro de nuestro cuerpo.
Clamo por un mundo mejor lejos de las telarañas que nos impiden progresar entre la multitud con una sonrisa en los labios.
Sentir y comprender que la fecha en la que me quedé estancado, deje paso a una nueva vida, llena de esos recuerdos que en vez de pesar, me hagan más sabio y comprender lo hermoso de la única vida que tengo.