Despertó aquella mañana gris con lagrimas en los ojos, alrededor todo era simple, todo de un mismo color como en sus sueños instantes atrás…
El miedo se escondía detrás de sus orejas, gritando suplicante, dictándole detalle a detalle la travesía nocturna de esa agonía brumosa, y con mano temblorosa en el papiro empapado por el recuerdo triste de aquella realidad que lo espiaba constantemente, empezó a formar bajo su pluma el eterno claro oscuro de grabados y difusos colores, escupiendo en cada letra toda la desesperación del maldito escombro que se presentaba detrás de su ventana; así, paso silencioso y confundido el día en tinta negra…
“…los mudos lectores del planeta moribundo, traducen su indiferencia sobre el papel que no tocan sus ojos…”
Tropezaban las palabras con frenética urgencia mientras su pecho se inflamaba de cólera y resignación… no le gustaban tener que expresar las trivialidades de la bazofia acumulada en la cabeza de los “normales”, pero esta vez era diferente…
“Han perdido la chispa de magia que transportaba sus frágiles almas hacia mundos ignotos, dejando la mentira palpable sobre un vacío superfluo ¡igual que cuando se cae el corazón de la cama! solo que ellos no se dan la oportunidad de levantarse y se revuelcan en el polvo para quedarse inmersos en un estado de vigilia y rabia…”
Pareciera que estuviese eternamente dolorido, perseguido por los fantasmas de un presente no coherente; solo las grietas de la pared reían al ver la total desesperación de aquel que escribía, esperando a que la locura le trepara por los hombros mientras las sombras iban creciendo allá afuera………….. La luz del crepúsculo no era suficiente ahora y por primera vez sintió la sangre que le daba vida, correr despacio en sus cansados dedos, estaba ¡arto de la monotonía que venia de afuera!
-¡Maldita sea! Tanto vivir para contagiarse del factor común y decadente de la humanidad… ¿¡que clase de mofa brutal era esa!?- Se preguntaba mientras su vista menguaba, más solo podía observar el lento y penoso derrumbe de su propia inmortalidad… e igual que como el despertar de aquella mañana gris, todo se volvió simple y de un mismo color, esta vez era para siempre y la triste verdad rompió mil cristales en sus ojos que con horror miraban el tiempo y las arrugas del espejo descarnado ¡al fin se había dado cuenta de que él mismo, también era carne real…! y muy adentro se le fue eclipsando aquella llama de exuberante imaginación tantas veces presumida y que ahora se extinguía con sorprendente rapidez; fue entonces cuando el sol cayó podrido por sus labios escarlata, y el mundo pareció perecer entre sus manos y el papel al pronunciar el final de su sueño, impreso en el oscuro abismo que sus letras sepultaban…
-“el cielo se esta muriendo, y los poetas también”-
Tristania
(Rocío Falcón M)
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