Un pequeño monólogo que me vino a la cabeza en medio del patio de la Universidad. Es algo oscuro pues habla de frustración, dolor y soledad.
No me importa, yo sólo escribo. ¿Qué cosa? No sé, lo que salga; un cuento corto, una poesía mediocre, la letra de una antigua canción, extractos de mi vida, lo ridículo que se ven los otros cuando creen que no los miras, etc.
No hay nada que logre llenar ese vacío que me lleva a escribir, sin embargo me ataca la esperanza de encontrarlo mientras lo hago. ¿Con qué fin? Ya lo dije, contestar la pregunta de mi vida, hallar aquello que no encuentro, hacer desaparecer a los demás y ser feliz en mi propio universo. ¿Para qué? ¡Para que me dejen en paz pues! Para que dejen de acosarme con sus preguntas, sus burlas, su falsa simpatía.
Nadie comprende mi situación, y si lo intentan, siguen haciendo oídos sordos a mi clamor silencioso. En vez de vivir sus vidas siempre intentan llamar la atención, "¿Estás bien?", "¡A ver si con eso aprendes a no ser un estorbo!", "¡Déjame ayudarte!". ¡Me dan asco! ¡No me mires con esos ojos de piedad! ¡Sí sé que estoy sangrando! La sangre es el símbolo de mi pasión, emblema de mi dolor, de mi calvario...
También sé que me tienes pena, no eres la primera. Ya llegará el día en que yo no esté, ¡ahí seré yo quien se ría, no serán nadie sin mí!
Tu boca me dice que me quieres, pero sé que es otra mentira sobre los cuerpos fríos de las demás, sé que irremediablemente sienten una pena infinita por mí. No sé por qué, nunca la he necesitado, nunca la he pedido, esperaba que mi mirada llena de odio y de rabia lo dijera claramente. ¿Por qué no respondo? No me importa, yo sólo escribo...
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Infintas gracias a Raúl Y. así como a su hermano Nelson. |