Una despedida a Javier, a Armando y a Nacho...

Todos sabemos que tarde o temprano llegará el momento de que nuestras velas se apaguen.

Sin embargo no solemos pensar que las velas de los demás se pueden apagar repentinamente y sin aviso.

Una ventolera entró raudamente por la ventana el día de ayer, apagó tres de ellas sin darle un segundo de tregua a nadie y logró hacer temblar de terror a las demás luces que aún luchaban por mantener el cuarto iluminado.

Será una tarea difícil cerrar la ventana y alumbrar el cuarto sin la ayuda de quienes vieron sus flamas súbitamente convertidas en humo, y es por eso que nuestras llamas deben saber alzarse aún más alto desde hoy en adelante...

Si hay un Dios más allá para ustedes, espero que les reciba. Si quedamos muchos más en este lado llorando su trágica partida, que su muerte no sea en vano...