El Periódico
A una chica joven le entregan un periódico en la misma boca del metro, desciende las escaleras mientras lee de medio lado su portada y contraportada. Al llegar al andén descubre que acaba de perder el metro, mira su reloj y se sienta en un banco a esperar. Abre el periódico con soltura y decisión y se enfrasca en su lectura. Minutos después se acerca el metro y antes de ponerse en pie deja el periódico en el banco del andén, los viajeros que pasan a su lado son testigos directos del abandono. Poco a poco el andén se vacía de personas y segundos mas tarde comienza a llenarse nuevamente a borbotones.
Una señora de aspecto humilde se sienta en el banco junto al periódico abandonado, lo observa detenidamente hasta que lo recoge con cierta aprensión y lo abre por la parte de la programación de TV. Sus labios se mueven en sincronía con el movimiento descendente y lateral de su cabeza. Su fraseo denota dificultad en la lectura. Se acerca el metro, se apresura a cerrarlo con cuidado y lo vuelve a dejar doblado en el banco en la misma posición exacta donde lo encontró. La estación se vacía y vuelve a llenar.
Se sienta un hombre de mediana edad que sin dudar un momento lo recoge y lo abre por la sección de deportes. Menea la cabeza en inequívoco gesto de disconformidad y suelta alguna palabrota en voz baja. Se acerca el metro, se pone en pie y arroja el periódico con cierta violencia sobre el banco del andén. El periódico pierde su compostura. La estación se vacía y se vuelve a llenar a los pocos minutos.
Nadie se acerca al banco durante un buen rato, el periódico solo es observado por los viandantes como si estuviera herido hasta que lo recoge un señor mayor que sin tiempo para abrirlo lo compone un poco y se lo pone bajo el brazo mientras sube al vagón del metro que acaba de abrir sus puertas. Una vez dentro toma asiento y se entrega a su lectura, pausada, medida y relajada. Su expresión corporal denota interés y ensimismamiento en la lectura. Después de siete estaciones concluye con la lectura de la contraportada, lo vuelve a doblar cuidadosamente y antes de abandonar el tren lo deposita en el asiento libre que está junto a el. Una mujer, vecina de asiento, observa la escena y espera a que el señor mayor baje del tren para apresurarse a recogerlo y abrirlo por la parte del horóscopo. Casi sin tiempo de acabar su lectura baja del tren en la siguiente estación y con el abierto de par en par se detiene junto a uno de los bancos para dejar pasar al resto de pasajeros y completar así su lectura. Instantes después lo cierra, lo dobla y lo deposita en el banco del andén. El tren ya no está en la estación y el andén queda desierto momentáneamente antes de volver a llenarse.
Ahora es un chico joven que sin sentarse se hace con el, lo manipula sin mucho arte ni paciencia, pasa hoja tras hoja leyendo los titulares. Se detiene en la cartelera de cine, afina la vista y recorre la columna lentamente valorando sus opciones. Se acerca el metro. Espasmódicamente cierra el periódico y lo deja en el canto de la papelera cuadrada y amurada a media altura que está junto a el. El periódico bascula y hace equilibrio para no caer. La estación se vuelve a vaciar y llenar….
Se acerca una persona de mediana edad con una bolsa de plástico a sus espaldas, se hace con el periódico equilibrista, lo observa detenidamente por encima de su cabeza como si estuviera escrutando su estructura molecular. Abre la bolsa y lo mete en su interior con otros como el. Su diagnóstico era inequívoco: Había dejado de funcionar.......
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