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EN LAS GARRAS DEL CRIMEN
Adaptación del cuento de Andrés Caicedo
Por Johan Marín Londoño.


1. EXT. DÍA. CALLE DEL CENTRO DE CALI.
Marco Capurro camina por el centro de Cali. Es un hombre de unos 30 años, de aspecto descuidado: hace días no se afeita, está despeinado, la ropa es vieja. Solo cierto aire de grandeza nos permite diferenciarlo de un mendigo, calificarlo como un hombre en desgracia. Camina mirando entre la gente… sin embargo, sus pasos son despreocupados, cual clochard criollo. Lleva un maletín de cuero en la mano, descuidado como él; se alcanzan a ver en su interior algunos papeles mal empacados, garabateados sin duda por su mano. Lo vemos caminar a lo largo de varias calles, atravesar semáforos, tropezarse con alguna persona; finalmente camina por la carrera quinta, hacia el oeste, en dirección a la Plaza de Caicedo, donde busca una silla desocupada y se sienta. Abre su maletín, extrae una libreta de papel bond y una caneca plateada de donde bebe un largo sorbo y que guarda de nuevo; esculca sus bolsillos, saca un bolígrafo plateado y se pone a escribir en la libreta.
En sentido contrario al de Marco vemos caminar a Sergio Díaz. Es un hombre atractivo, de rasgos fuertes, varoniles en su cara, vestido pulcramente, de traje, la corbata floja, y un portafolio elegante en la mano. Al cruzarse con la banca de Marco su mirada se desvía bruscamente y se acerca impresionado a decirle algo al hombre allí sentado.
SERGIO
(Reconociendo al hombre pero dudando de su visión)
¿Marco? ¿Marco Capurro, cierto?
(Marco asiente con un poco de desagrado)
SSS… Sos vos Marco, ¡pero qué bueno verte! ¿No te acordás de mí? Soy Sergio Díaz, nos graduamos juntos, de Filosofía y letras.
MARCO
(Con un ligero gesto de amargura)
Claro que me acuerdo, como no me voy a acordar del graduado estrella de la facultad.
SERGIO
(Ya con más confianza)
¡Pero cómo has cambiado! Si todavía dudo que seás vos.
MARCO
Claro que soy… la última vez que nos vimos fue en tu fiesta de despedida, te ibas para Francia, creo, estabas muy borracho. Lo que pasa es que la vida da muchas vueltas.
SERGIO
¿Y qué fue del negocio que abriste? Yo me acuerdo que querías ser escritor y dedicarte todo el día a la literatura, y que hiciste que tu mamá te abriera una oficina, en el centro, donde ofrecías tus servicios como redactor.
MARCO
(Mirando ligeramente al vacío)
¡Ay! eso es una larga historia. Solo digamos que quebró. Que me estafaron.
SERGIO
Que lástima. ¿Y qué estás haciendo ahora? ¿Por qué no nos tomamos algún trago, por acá cerca? Tenemos harto de que hablar, hermano. Yo le escribí varias veces, desde Francia, pero usté no contestó. Yo hasta pensé que le había pasado algo.
MARCO
Algo si me pasó. Pero no me gusta hablar de eso. Todavía sufro mucho.
SERGIO
Caminá y nos tomamos algo, hombre. Por los viejos tiempos. Por los tiempos buenos.
MARCO
(Condescendiente, sin demostrar mucho entusiasmo)
Aquí a dos cuadras hay un bar. Si querés vamos un rato.
Se levantan de la silla y caminan hacia una de las esquinas de la plaza. La cámara los pierde mientras enfoca la estatua de don Joaquin de Caicedo.

2. INT. BAR. DÍA.
El bar es modesto. Ubicado en una antigua casa colonial tiene un ambiente de vejez. Suenan boleros y tangos, y la mesera no tiene demasiado que hacer a esa hora. Apenas se acomodan en una mesa se acerca y les dice que a sus ordenes.
SERGIO
(Muy alegre, con el aire de quien celebra)
Una botella de Whisky, por favor. Del mejor que tenga.
(la mesera lo mira extrañada)
MARCO
(Riéndose un poco de Sergio)
Aquí no venden Whisky, Sergio.
(Y dirigiéndose a la mesera)
Tráiganos una botella de aguardiente, dos sodas y un platico con limón, por favor.
(La mesera se retira)
SERGIO
(Con un gesto de extrañeza)
Pero si has cambiado. Hace unos años ni siquiera habrías tolerado el olor de un trago tan plebeyo.
MARCO
¡Ay Sergio! El tubo de la perdición no tiene fondo. La vida da muchas vueltas. Pero contáme de vos ¿Cómo te fue en Francia? ¿Cuándo llegaste?
(La mesera trae el pedido. Abre la botella, sirve dos copas, y se retira)
SERGIO
(Dice con orgullo, mientras Marco le hace señas de que se beba el primer trago)
Qué te puedo decir. Llegué hace un par de meses. Me fue muy bien. Me doctoré en Filosofía en la universidad de Paris VII, me casé con una pintora francesa hace tres años, y ahora tenemos una hija. Vine a enseñar en la Universidad del Valle, presenté el examen y ahora soy profesor titular. Vamos a vivir un tiempo acá, quiero que mi hija se eduque como colombiana.
(Marco entre tanto se ha puesto melancólico, mira hacia un lado, con rabia)
¿Y vos? Por lo visto no te ha ido muy bien. ¿Qué te pasó Marco? Si vos sos una persona brillante ¿Por qué ese descuido? ¿Por qué no respondiste mis cartas? Contáme no te tragués las cosas. Vos sabés que en la universidad fuimos los mejores amigos… de verdad que me preocupa verte así, tan lleno de amargura…
MARCO
(Encendiendo un cigarrillo)
Es una historia larga… no vale la pena. Es una historia absurda. Pero si vos insistís te la cuento… porque te recuerdo como eras, porque a pesar de todo te tengo aprecio. ¿Te acordás del localcito del centro, de la oficina? Vos me ayudaste a amoblarlo…

FUNDE A FLASHBACK:
3. EXT. OFICINA DE MARCO. DÍA.
Marco se encuentra clavando una puntilla en la fachada de la entrada a su oficina, en una escalera de bombero que sostiene su amigo Sergio. Visiblemente más jóvenes ambos hablan de sus proyectos.
SERGIO
(Recibiendo el martillo a Marco)
Ya confirmé el vuelo. Salgo el sábado, en París me recibirá Marguerite. Pasaré en su casa mientras consigo donde vivir.
MARCO
Me pasás el aviso, porfa…
(Sergio le alcanza el latón que está pegado a la pered, al lado de la escalera)
No pensé que te fueras tan rápido. Si fuera por mi me iría con vos, pero ya ves… soy lo único que tiene mi madre… tanto que accedió a darme dinero para este negocio taaan inverosímil…
(Termina de acomodar el aviso y baja de la escalera)
Listo… ¿Cómo quedó?
La cámara enfoca el aviso, que en elegantes letras de molde dice así:
MARCO CAPURRO G. LICENCIADO EN FILOSOFÍA Y LETRAS. ESCRITOR. SE REDACTAN MEMORANDUMS DEFINITIVOS, TEXTOS PUBLICITARIOS, ARTÍCULOS VARIADOS PARA MAGAZINE, ALEGATOS JURÍDICOS, ARGUMENTOS FILOSÓFICOS EN ORDEN PRIMERO DE COMPLEJIDAD, POEMAS DE AMOR Y DE GESTA, NOVELAS Y CUENTOS.
Marco toma la escalera, Sergio el resto de las herramientas y entran a la oficina.

4. INT. OFICINA DE MARCO. DÍA.
Las dejan en un rincón. La oficina es elegante, aunque no ostentosa. Hay una pequeña recepción con cuatro sillas de cuero, una mesa de centro, y unas cuantas materas con plantas ornamentales. Al fondo está la puerta que da a la oficina, a través de la cual se ven el escritorio, las sillas y la biblioteca.
SERGIO
Me voy, Marco. Tengo que ir a hacer unas compras para el viaje ¿Querés acompañarme?
MARCO
No puedo. Ahora voy a trabajar en la novela. Ya llevo 100 páginas.
SERGIO
Está bien. Pero no vas a faltar a la fiesta de despedida.
MARCO
Allí estaré… tenélo por seguro.
Se dan un apretón de manos. Sergio sale y Marco entra a su oficina, donde después de mirar por la ventana, saca unos papeles de su maletín, los ojea, e insertando una hoja en la máquina comienza a escribir. No ha escrito tres frases cuando escucha sonar el timbre. Marco se apresura a abrir. Al abrir la puerta ve una mujer de unos 20 años, muy bella, alta de piernas firmes y torneadas, buen trasero, espléndidos senos; su cabello castaño porta un peinado que deja caer un mechón sobre su ojo derecho, tapándoselo por completo, lleva un vestido elegante, tacones altos y un bolso que le hace juego, su atuendo lo completa una boina roja. Entra con seguridad, se presenta con Marco quien la invita a sentarse en su oficina, y siguiéndola torpemente, tropezando con algo, como puede, va a sentarse detrás de su escritorio de roble.
MARCO
(Tratando de controlar su nerviosismo)
Cuénteme… ¿en qué le puedo servir?... eh…
(Titubea un poco)
¿Me recuerda su nombre?
VERÓNICA
(Con mucha seguridad)
Verónica… pero no le quiero dar mi verdadero nombre. Por lo menos en este momentico no. Pasaba por aquí, vi su aviso… y se me ocurrió que usted puede ayudarme en algo que deseo hacer desde hace tiempo.
MARCO
Con todo gusto… yo estaría encantado de ayudarla…
VERÓNICA
El caso es que tengo una hermana enferma, que sufre mucho de una enfermedad muy grave. Muy grave pero eso si: muy digna. Y yo la adoro. Entonces lo que quiero es escribirle una dedicatoria bien, pero bien bonita, de unas 120 páginas a doble espacio. Es que ella es escritora, digo, era, porque su enfermedad le ha impedido volver a hacerlo…
MARCO
(con curiosidad)
¿Y ha publicado algún título?
VERÓNICA
¿Publicar? No. Tampoco creo que tenga calidad suficiente. Tiene solo 17 años… Sabe usted… nosotras pasamos nuestra niñez en los páramos del acantilado del Océano Pacífico. Mi padre explotaba una mina de mármol. Crecimos en una casa confortable, pero el clima era malsano… me recuerdo jugando a las muñecas bajo la lluvia…
(Verónica se levanta y comienza a dar vueltas por la oficina, a observar la biblioteca, toma un libro y lo ojea)
MARCO
¿Y me decía?
VERÓNICA
(Cerrando el libro y devolviéndolo a su lugar)
Ah si… el clima era malsano pero supongo que propicio para la descripción de la tristeza. Dejó de jugar conmigo y se encerró a escribir. Eso fue entre los 9 y los 15 años, unas 12.000 páginas escritas con letra menuda, como patita de torcacita recién nacida…
(Marco abre una libreta y toma apuntes)
¡Si pudiera escribir ahora! Tiene toda la experiencia de su enfermedad… y supongo que usted estará de acuerdo que mientras ustedes los hombres
(le señala un hombro a Marco con el dedo meñique y éste se limpia una mota de polvo del traje)
maduran sus puntos de vista a los 25 nosotras los tenemos listos a los 16… ¿O va a decir que no?
(Marco niega con la cabeza, ambiguamente mientras se levanta y camina hacia la ventana. Verónica se sienta de nuevo pero al momento vuelve a levantarse)
Me acuerdo de sus escritos… de su inspiración voraz… había creado ya un estupendo estilo y un buen nivel de profundidad y complejidad argumental… pero ya ve… no escribe más. No puede.
(Verónica camina y se sienta en la silla de Marco… da un suspiro y se lleva las manos a la cara, como si la nostalgia la afectara. Finalmente apoya sus codos en el escritorio y dice en tono neutro)
Yo también he estado muy decaída, y sé que una dedicatoria bien bonita nos levantaría el ánimo. Una especie de biografía en la que yo llevaría el segundo papel en importancia.
(Al decir yo hunde su dedo índice en su pecho. Se levanta de la silla y va hacia la ventana, donde está Marco)
MARCO
(En tono profesional, algo pedante)
¿La desea en tercera o en primera persona?... yo ni me acerco siquiera al tufillo pseudopoético de la segunda persona, difundido en nuestros medios por algunos malhadados mexicanos que estarían mejor cantando rancheras.
VERÓNICA
(Restando importancia a la actitud de Marco)
En tercera… y… usted firmaría el escrito… ¿No?
MARCO
(Camina hacia su silla en el escritorio, se sienta y le pide a Verónica que tome asiento)
Este es un asunto poco común ¿sabe?... así que antes de formalizarlo quisiera más explicaciones… por lo menos preliminares… hábleme un poco de su relación con ella.
VERÓNICA
En realidad todo el tiempo me la he pasado cuidándola. Quiero decir, desde que no seguimos jugando a las muñecas. Nadie me cree, pero cuando mi papá salía yo le daba hasta el tetero… la recuerdo haciendo los últimos suspiros de delicia y después yendo a escribir largos poemas sobre la experiencia de mamar leche en biberón de plástico…
MARCO
(Con aire esceptico)
Y… ¿Cree que podría echar una ojeada a esos poemas sobre el biberón?
VERÓNICA
Imposible. Si se da cuenta me-ma-ta. Además guarda en secreto la llave del baúl donde tiene sus manuscritos. Pero no se preocupe, que igual puede volar, usar su imaginación. Tampoco podemos obligar a un escritor a plegarse a las veleidades de dos niñas caprichosas.
(Verónica mira su reloj)
Ahora tengo que retirarme. Supongo que será cuestión de acordar un horario y venir todos los días a charlar con usted, señor Capurro.
MARCO
Dígame Marco, si no es mucha molestia…
VERÓNICA
(Algo déspota)
Me da igual Marco que Capurro, ambos nombres me suenan a piscina…
(Verónica ríe y Marco trata de hacerlo)
Le decía que es cuestión de cuadrar un horario… y esos asuntos enojositos pero de rigor, como los costos y las horas que tiene usted disponibles…
MARCO
(Con tono de seriedad)
¿Para cuando quiere la biografía?
VERÓNICA
¿Le parece bien en quince días?
MARCO
Está bien. Poseo una gran capacidad de trabajo… Bueno. Por trabajo de mes entero cobro 7.000 pesos. A usted le voy a cobrar exactamente 3.500. Me los paga en dos contados, si le queda mejor.
VERÓNICA
Si pero el primero no hoy… mañana por la tardecita ¿le Parece bien?
(Marco asiente, se acerca y le da la mano mirándola a los ojos. Camina hasta la puerta escoltada por Marco. Antes de abrir se voltea hacia él)
Un consejo: no le hable de esto a nadie. Escritor que cuenta su obra antes de terminarla, se le quedará en veremos.
Dice esto y cierra la puerta, que resuena: ¡clam!
FIN DEL FLASHBACK.

5. INT. BAR. ATARDECER.
El clam del cerrar de la puerta de Verónica coincide con el clam del cerrar de la puerta del baño del bar donde departen Marco y Sergio. Marco sale y camina torpemente hasta donde está Sergio y continúan la conversación.
SERGIO
(Un poco achispado por el alcohol)
Si… recuerdo que me lo contaste… también recuerdo que me dijiste que le habías pedido que te mostrara los poemas al biberón más por interés literario que porque tuvieran alguna relevancia para tu trabajo, vos siempre tan mordaz, como eras… pero la vieja era un encanto y vos querías…
MARCO
(Interrumpiendo a Sergio)
Si… eso fue lo que me hizo caer en la trampa… que por andar fijándome en la vieja no me daba cuenta del abismo al que me llevaba.
SERGIO
¿Y qué fue lo que te hizo?
MARCO
Fue a la oficina al otro día, como habíamos acordado. Traía una amargura que no le había notado el día anterior. Me entregó el cheque con los 3500 pesos y yo le noté la mano más grande… pensé que porque era el primer dinero que ganaba con mi trabajo… me dijo que su hermana le había hecho pasar una pésima noche, tenía unas ojeras enormes, y ésta vez el mechón le cubría el ojo izquierdo…

FUNDE A FLASHBACK:
6. INT. OFICINA DE MARCO. DÍA.
Verónica sentada en una silla frente al escritorio de Marco fuma un cigarrillo. Tiene las piernas cruzadas y su vaivén la hace parecer a punto de un ataque de nervios. Marco por su parte ha sacado un arrumo de páginas que ha escrito sobre el tema conversado el día anterior.
MARCO
(con aire de suficiencia)
Yo la haré parecer, en la cama enferma y todo, mucho más bella que tantas peladitas que andan por allí volteando.
VERÓNICA
(Gruñendo, con desagrado)
Es que ahora no quiero hacerla parecer bella. ¡Quiero castigarla por todo, toditico lo que me ha hecho!
(Marco guarda con disimulo el arrumo de páginas que había escrito)
Quiere ver lo que me hace… mire:
(Estira la mano hacia Marco y se sube la manga de su blusa: se ven cinco surcos hechos con filosas uñas sobre el brazo)
Nadie se sabe, ni se imagina, lo grosera, lo exigente, lo cruel que es. Que el cafecito con su menjurje raro, que la muñequita coja, que el lapicerito para escribir las melancolías diarias. Cuando al menos se ocupaba de algo… pero ahora no es sino pasármela mirándola a la cara, con esa belleza que destella. Pero yo sé que me mira con envidia, porque lo que yo tengo de especial ella no lo tuvo, ni lo tiene, ni lo tendrá jamás. Ella claro, mi boca… mi cara… mi piel tan suave…

Empieza a temblar como una mujer con un ataque de nervios a punto de pasar a la histeria. Apaga el cigarrillo a medio fumar contra un cenicero y enciende otro. Marco, afectado por Verónica se levanta y camina hasta el botiquín. Saca un frasco con la mano temblorosa y se toma dos pastillas. Verónica se levanta, camina hacia él que le da la espalda y con una mano lo hace voltear mientras con la otra se aparta el mechón del ojo…
VERÓNICA
(Con la furia de quien desahoga el dolor más grande)
¡Mire!… ¡Mire lo que me ha hecho!… ¡Mire para que sepa que clase de personaje tiene que retratar!
(Alrededor del ojo de Verónica se ve el pellejo quemado, tieso ya. Muerto)
¿Sabe qué fue? ¿Cómo terminé así? Ella me arrojó café hirviendo, y bien oscuro como es su gusto… y todo porque me demoré en llevarle la muñequita que cojea.
MARCO
(Visiblemente turbado)
Entonces ¿Por qué tanta sumisión? ¿Por qué no se va para otra parte? ¿Por qué no la abandona de una vez?
VERÓNICA
(Ya más calmada, pero llena de ira, con voz algo ronca, grave, tragándose el llanto)
No. Quiero que tenga una larga vida y que usted escriba una novela más larga aún sobre las maldades que ella me hace. Quiero que usted la describa horrible e implacable. Y que esta desfiguración facial mía se le trasmute a ella, pero por dentro. Que le vaya carcomiendo el alma. No me importa pagar 20 veces más. Quiero que cada semana me tenga un capítulo. Mi tortura se hará por el sistema de entregas.
FIN DEL FLASHBACK.

7. INT. BAR. NOCHE.
Marco da una última chupada a un cigarrillo y lo aplasta contra un cenicero repleto. Llama a la mesera y pide otra botella.
MARCO
Acordamos vernos la semana entrante, el viernes. Después de eso se fue. Esta vez salió sin azotar la puerta. Me sentía enamorado, Sergio, pero de la primera versión, la amargura de esta segunda me dolía… quería redimirla, quería curarla… las ideas se reunían y confundían a borbotones en mi cabeza. Decidí dar un paseo para apaciguarme, y luego arrimar a tu casa… ese día era tu fiesta de despedida, al otro día te ibas para Francia. Sin embargo no logré sentirme tranquilo.
SERGIO
Si… recuerdo que en la fiesta estabas ido, en otro mundo… estabas bebiendo más de lo habitual, vos que eras casi abstemio… la gente decía que era por mi viaje pero yo sabía que no, y te llamé aparte y me contaste…
MARCO
(Interrumpiendo)
Te conté el argumento de la novela que iba a escribir para redimir a la Verónica de nombre falso… a la falsa Verónica.

FUNDE A FLASHBACK:
8. INT. DESPEDIDA DE SERGIO. NOCHE.
Marco está en un rincón de la sala, en medio de la fiesta. Es una recepción elegante, en una casa lujosa. Hay una mesa con buffet y meseros van y vienen con copas de licor o bocadillos. Se escucha alguna música culta y los invitados conversan animadamente en grupos pequeños. Sergio se acerca a Marco, con un par de whiskys, le entrega uno y le dice que lo acompañe al balcón a tomar aire. Marco sale con Sergio, está elevado, meditabundo…
SERGIO
(Algo ebrio)
¿Qué te pasa? No te ves muy animado ¿Te sentís mal?
MARCO
No. Solo estoy pensando… en Verónica, en la Novela. Ando mordisqueando el más sublime de los temas: el de la suplantación de la personalidad. Pensá en las dos hermanas ¿Cuál de las dos es más importante como mujer? ¿Cuál era más bella antes de que empezaran las hostilidades? Pensá que están abandonadas en el acantilado del Océano Pacífico, adolescentes con su padre… tal vez haya una relación incestuosa allí. Las dos niñas pelean por ganar el favor de su padre.
SERGIO
Vos estás loco Marco… vas a llegar lejos.
MARCO
Escuchá mi argumento: dos hermanas, viven solas en un lugar alejado de la sociedad, en una mansión ubicada en una selva malsana, con su padre que extrae mármol de una mina y que sufre del dulce mal de la paidofilia… una de las hermanas, la mayor, es la favorita del padre… la menor desea las atenciones de él, pero no puede conseguirlas… entonces emprende una guerra contra su hermana tratando de suplantarla, su objetivo es hacerla desaparecer, anularla… y lo hace mediante las técnicas mas sucias y terribles: finge una enfermedad terminal y se aprovecha de la otra, abusando de su sentido de la culpa, generándole castigos terribles por estar sana… es una persona amilanada por las virtudes de la otra, persona reducida a la nada.
SERGIO
(Alza el vaso en señal de brindis)
Por vos Marco y esa mente retorcida que sin duda escribirá genialidades…
(Las copas chocan. Los vasos se beben hasta el fondo)
MARCO
¿Te molesta si me voy a escribir ya?
El rostro de Sergio se ve perplejo, los ojos enrojecidos, la camisa desacomodada.
FUNDE A:
8. INT. OFICINA DE MARCO. DÍA.
Ahora siguen una serie de escenas que muestran a Marco tecleando en su máquina para mostrar el proceso de escritura. Se intercalan imágenes de marco escribiendo en diversas posiciones en su máquina Remington: sobre el escritorio, en el sofá de cuero, en el piso. Paulatinamente la oficina se va llenando de hojas sueltas, desdeñadas. También le sale barba, se le ve con la misma ropa, día noche, día de nuevo, escribiendo y escribiendo. Hay en algún momento un gesto de rabia en Capurro, que arranca ocasionalmente una hoja con furia de la máquina y apoya su cabeza sobre el teclado. También se le ve comiendo sanduches con pepsi, y luego metiendo la hoja en la máquina y tecleando de nuevo, parando, tachonando con su lapicero algún error en la hoja que escribe. Vemos que finalmente, con unas enormes ojeras bajo sus ojos escribe la palabra ‘FIN’ en mayúsculas y deja caer la cabeza sobre el teclado de la máquina. Fundimos negro, la siguiente escena es en el bar.
FIN DEL FLASHBACK.

9. INT. BAR. NOCHE.
MARCO
(Se toma un aguardiente y hace un gesto)
Desperté al otro día con las teclas de mi Remington marcadas en mis cachetes. Como no tenía conciencia de cuantos días habían pasado llamé a mi madre a preguntarle qué día era. Resultó ser el viernes en que había acordado entregar los adelantos a mi amada. Calculé que tendría algunas horas antes de que ella viniera y decidí darme un baño, afeitarme, y tomarme algún vino, sin recriminaciones, después de todo tenía listas doce entregas de mi obra maestra, para que mi musa fuera y atormentara a su hermana y se quitara esa amargura de encima. Algo ebrio, salí a dar un paseo para estirar los músculos, con mi novela bajo el brazo…
SERGIO
¿Conservás la novela?
MARCO
(Riendo)
No. La perdí. La habré cambiado por aguardiente alguna noche de estas.
(Sergio lo mira como a un criminal)
No me mirés así. Ese día nadie se imaginaba lo que me iba a pasar… como te decía, salí con mi novela bajo el brazo…

FUNDE A FLASHBACK:
10. EXT. CALLES DE CALI. DÍA.
Sale Capurro de su oficina, ojeando las páginas que tiene en una carpeta. Camina con aire ‘lewisiano’… pasa por una calle donde algunos niños juegan fútbol, y es sorprendido por un balonazo que lo arrincona contra una pared… los niños se ríen de su torpeza. Camina hacia el norte de Cali desde el centro, pasa por el teatro municipal, atraviesa la calle de la escopeta, baja por la avenida del río hasta la sexta, por la que sube… se observa lo espléndida de la mañana, los árboles muy verdes cargados de frutas: mangos y grosellas, pájaros revoloteando tranquilamente, jóvenes que juegan o simplemente alardean de sus vestimentas estrafalarias… camina tranquilo y en aparente armonía con su entorno cuando al voltear una esquina se encuentra con Verónica multiplicada por dos: la Verónica de nombre falso y su hermana gemela, una con un mechón tapándole el ojo derecho y la otra el izquierdo, igualmente vestidas, como la visión de una multiplicada por un espejo, y al reconocer en Marco la cara de espanto sueltan una carcajada macabra que no son capaces de controlar. Lo saludan alegremente, se le acercan y le dan de a beso, una en cada mejilla… y se van sin darle tiempo a reaccionar, riéndose todavía, caminando alegres y cogidas del brazo, derrochando amor y felicidad. La cámara enfoca el rostro perplejo de Capurro, que funde con su rostro ebrio unos años después en el bar, contando su historia, fumando un cigarrillo.
FIN DEL FLASHBACK

11. INT. BAR. NOCHE.
El rostro de Marco expulsa una bocanada de humo. Sergio lo mira con algo de perplejidad. Comienza a sonar Embrujo (no sé mi negrita linda / que es lo que tengo en el corazón…). Sergio y Marco apuran un aguardiente. El bar está casi vacío. La mesera al fondo recoge sillas, a punto de cerrar el bar.
SERGIO
(Con signos de incomprensión)
¿Todo era una broma?
MARCO
Si y no. Era una broma pero no era solo una broma. Todo iba más allá del simple juego. Era la crueldad, la maldad, la criminalidad.
SERGIO
No te entiendo todavía…
MARCO
Era un juego… pero entonces decíme ¿Por qué tuve que ser yo precisamente el elegido? ¿Mandato dado antes de los primeros siglos o puro azar? ¿O simple capricho femenino de pasar por mi oficina y morirse de la risa ante el aviso de mis aptitudes? ¿El plan fue concebido por ella o por las dos? ¿En qué medida contribuí yo a llevarlo a cabo? ¿Por qué accedieron a darme el dinero, y a la vez, tanto carió? ¿O el cariño no fue tanto? Lo que pasa es que yo exagero, imagino, invento un poco las cosas… ¿Querés más preguntas? ¿Querés que te informe bien de la complejidad del asunto? Desde entonces no puedo quitarme esas preguntas de la cabeza… no he podido hacer nada… me he convertido en esto… en un loco de muy buena familia… ¡Si vos supieras, Segio! ¡He dado tanto escándalo por estas calles que mi mamá se encamo de la pena y hoy amenazó con desheredarme!… enfermo… loco… alcohólico… pero eso al final no importa: lo que nadie sabe es que estos últimos mil años no he hecho otra cosa que buscar a la parejita esa, y cuando las encuentre, van a ver… van a ver…

Y fundimos a la imagen resplandeciente de las gemelas que ocasionó la anagnorisis a nuestro personaje: las gemelas caminando alegres, cogiditas del brazo, idénticas ambas, como un espejo, y al fondo suenan las últimas frases de la canción: que tu me estás embrujando / que conmigo estás acabando / que ya yo no sirvo pa’ más / que ya no soy ni mi sombra / me ven y no me conocen / que mi mal no tiene remedio / que ya yo me perdí. Congela en la carcajada multiplicada por dos y FIN.

Texto agregado el 02-10-2006, y leído por 1249 visitantes. (2 votos)


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