Sus manos se cerraban en el cuello de ella, asfixiándole. Ella no oponía resistencia, drogada como estaba, el polvo de ángel resplandecía todavía en su cabeza, sus ojos desorbitados mirando directamente al paraíso, fascinada. Un gutural gemido salió de su boca, y las manos la soltaron. Jadeaba sin darse cuenta de lo que ocurría, tirada en el suelo frente a su novio. Luego de un rato esbozó una patética sonrisa.

- Tuve un sueño.

- ....

- Soñé que me tiraba de un precipicio al mar, contigo...Fue tan real que me dio vértigo. Nos lanzamos de la mano y...

No pudo terminar, un disparo sacudió la habitación. Ella sintió la sangre de él, pero no quiso voltearse a mirarlo. Sólo después de diez minutos hizo de tripas corazón y se incorporó. Él no tuvo el valor de dispararse en una de las sienes, pero fue para peor. Todavía agonizaba, su cuerpo se convulsionaba y sus ojos miraban al infinito a través del techo, de su pecho manaba un manantial de sangre.

Las manos temblorosas de ella se acercaron al cuello de él, y en un gesto de misericordia apretó con todas sus fuerzas. Cuando él estuvo finalmente muerto, ella se levantó tambaleante y se miró en el espejo de la pared.

- Qué asco.- le dijo su imagen reflejada, mirándola con repulsa.