La necesidad de ser pertenece al tiempo.
Caemos en la mirada del ahora
refugiados por nuestra aparente inmortalidad.

Somos el mañana despojado de su eternidad
alas vencidas por la miseria de nuestras voces,
que mataron aquellos sueños y horizontes escogidos por el tiempo.

Ahora es el vacío en su oscuridad deslenguada
el que habla por nosotros.
Y nosotros en la incredulidad de nuestra caída
pretendemos ser lo que nunca debimos.

Volvemos al paso del refugio de los sueños,
que desposeidos de su carne
no son más que los últimos tesoros de nuestra maltrecha humanidad,
de la voracidad de nuestros pasos
y del tiempo que nunca seremos
o no quisimos ser.