Sentir que todo es jazz,
Morder los cuerpos.
El ritmo es más que una abstracción.
La vida es más que caminar.
Los límites se rompen,
Los cables se tensan.
Destruye cualquier cosa que pueda definirse.
Laten los impulsos enterrados,
Aprietas los puños, la sangre se espesa.
Aprecias la melancolía
De cualquier sonrisa y de cualquier desprecio.
No puedes más que reir, y ser completo.
Bailes que comienzan cuando tú los bailas,
Sonido vibrante de cualquier cafetera de mañana.
Huyes de los grandes acontecimientos,
De la importancia de las ecuaciones.
Estómagos llenos de ansia y despertares.
Sentir es una enfermedad violenta,
Los cuerpos saludan y se quiebran,
Espasmos y espirales,
Farolas cansadas, saliva y miel,
Horas que flotan.
El preludio de las horas por venir,
La certeza de los buenos tiempos.
Sentado al borde de la luz ajena,
Examino granos de arena y azúcar.
Todo es humedad y salitre de ajos tiernos.
Ya no puedo recordar.
De vez en cuando un susurro se lamenta:
Que te dejé sola en remotas mañanas,
Enredada en jirones de niebla.
Que conocí otros lugares,
Que me hicieron bien.
Ahora ni siquiera mereces mi rencor,
Eso es privilegio de los santos.
Aquel día acaricié la libertad,
Me ofreció su saludo monstruoso.
Ahora estoy solo ante mis súplicas,
Responsable de cada gesto malcarado.
Suerte de aquellos que tengo más cerca.
Son fiebre y calor de aniversarios
Son alma y abrazos compartidos.
Los demás se pueden dar por muertos.
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