La loca, esperaba la fría alborada, en la orilla del mar. Entre la bruma, ansiaba ver el espíritu de las especies marinas fallecidas. Esperaba que las añejas arrugas de su piel, afirmaran el momento exacto en que la brisa sople desde el mar. Examinaba el panorama sentado en la plataforma de una roca, situándose en un estado de catarsis ante el cantar de las olas.
La loca, pensó que alguien le había dado la embarazosa tarea de escudriñar el planeta tierra, buscar la diferencia entre el mar y la tierra, y si no lo lograba, moriría con el resto de la humanidad. Para eso, acudía siempre al mar, y a la ciudad, a buscar el modo de saciar su hambre, sin tener que pagar impuestos ni robar. La autónoma loca, dormía en un hotel de cinco cartones ordenadas de forma muy artística, tenia de cobertor, unas telas sucias de terciopelo.
Una mañana, cuando la aurora se advertía en el horizonte, logro conseguir su primera teoría sobre el mar y la tierra, justo cuando un delfín envuelto en una especie de plantas marinas, saltó hacia una roca y se detuvo durante unos minutos y volvió a dar hacia la mar. Segundos después, advirtió unas raras especies marinas en la orilla, serpenteaban hasta donde lograban y tornaban de modo muy acelerado hacia la mar. La loca se alegró, pues había esperado mucho tiempo para que aconteciera algo así. En seguida supo la diferencia entre el mar y la tierra.
La pacífica loca, descubrió que el mar y la tierra eran la misma vaina. Bajo desquiciadas investigaciones científicas, la loca publicó la investigación escrita en la parte posterior de unas cajas de leche, y la fijó en la estatua de mármol que se situaba en el centro de la plaza de armar de la ciudad de Lima. Además de todo, ofreció una conferencia de prensa a los árboles, donde aseguro que el mar goza de vida y que la tierra también. Agregó también que las especies marinas son como los hombres, y los hombres como las especies marinas, y que ambos sobrellevaban un conflicto no muy trivial. Dijo que el hombre utilizaba naves para violentar el mar, y las especies marinas utilizaban un minúsculo fragmento de sus aguas para invadir la tierra. Asimismo añadió que el mar tiene el mismo manejo político que la tierra, que también existen cuantiosas religiones y culturas, y además tienen un universo que explorar, de ello se encargan los delfines y algunas especies que intentaban salir del mar. Se hacía tarde y la loca no quiso proseguir la entrevista, y termino diciendo que el mar y la tierra eran la misma vaina.
La loca, se fue a reposar, había tenido un día arduo, de entrevistas e investigaciones. Entre cartones y piedras, advirtió en el universo la luna rodeada de estrellas; por primera vez se pregunto si el universo le guardaba rencor a la tierra. Pensó que quizás con el tiempo pase lo mismo que con el mar, por la sencilla razón de que el hombre empieza siempre los conflictos. Se preocupó al recordar que existen astronautas y que el hombre había plantado una bandera en la luna, como aquel delfín su huella en la roca.
La loquita, se levantó a las cuatro de la mañana y se dirigió al mar, a esperar la alborada. Breves momentos después resolvió cambiar la rutina, y salio hacia la plaza de armas, a curiosear la publicación del día anterior. Cuando llego muy emocionada a la plaza, halló el cajoncillo rodeado de personas sorprendidas, tomándoles fotos; pero no halló el contenido, mas estaba cubierto de sangre y unas letras desalineadas que decían “MRSL”.
Pobre loquita, corrió desesperada hacia el cartoncillo y la abrazo, y mientras lloraba, muchos sujetos le ataron el brazo, por que creyeron que era integrante de aquel partido comunista-terrorista.
La loca, ahora esta encerrada entre cuatro paredes grises, sin entender el motivo, sin encontrar el lenguaje adecuado para defenderse. A menudo agita su quijada para dar rienda suelta a su ira, meditabunda, se ampara con su silencio y su cartoncito que con un dibujo de niña haragana, trataba de explicar la verdad sobre el planeta.
Días después, la loca se percató que unos hombres vestidos de blanco se habían adueñado de sus sueños, dictaban sus rutinas y sus movimientos. La laca, no podía soportar algo así, y cuando despertó a esperar la alborada, pensó en explorar el universo; pero la única forma de volar por el cosmos y lograr una perpetúa libertad, era liberando a su espíritu, por eso se fue al mar, asesinando con sus dientes a los opresores y gritando con frenesí: “quizás el universo también sea la misma vaina, adiós”.
La loca, murió justo cundo la brisa dejo de soplar desde la tierra, su cadáver yace en el muelle, respirando la aura asesina.
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