La nena ya cumplió los veinte.
Aún no trabaja, pero tiene título universitario.
Es un capullo de rosa que aún no se ha abierto a la vida. Preciosa, como su madre.
Viéndola olvido las horas extraordinarias, el pluriempleo, mi vieja lesión de columna...
No le faltó de nada, ni le falta. Y que Dios me conserve fuerte para darle lo que me pida.
Mis esfuerzos en controlar que no se desviase de los estudios en su pubertad, cuando era tan fácil que se despistase con cualquier enamoramiento, dieron su fruto. Ahora es periodista, tiene su título, aunque no ejerza. Yo nunca tuve un título universitario.


Qué guapa está mi nena el día de su cumpleaños. Veinte añitos de nada. Una nena con cuerpo de mujer que, además es muy elegante. No se pone esa ropa extravagante ni se tatúa ni se pone piercings. Es normal, como nosotros. Estudiosa, trabajadora, seria. La he cuidado como a las niñas de mis ojos. No tenemos otro hijo, así que... todo para ella. Su padre y yo hemos cuidado mucho sus amistades para que no ande por malos caminos. Nada de chicos hasta ahora. A partir de hoy ya podrá buscarse novio. Sólo tiene una amiga, Carlota, pero son inseparables. Hoy vendrá a comer a casa. Estoy preparando una tarta, la que más le gusta. Ya tengo las veinte velitas.


-- ¿Mami?

-- Si querida...

-- Quizá llegue un poco tarde a comer, mamá, la conferencia termina a las dos de la tarde. Te hablo bajito porque estoy rodeada de gente.

-- Bueno, no tardes, mi vida, te estoy haciendo una comidita que te vas a chupar los dedos.

-- ¿Sí? ¿Qué haces?

-- ¡Ah! ¡Sorpresa! jajajajaja

-- Un beso, mami.

-- Besitos, mi niña.

****************

-- ¿Hablabas con alguien?

-- Sí, con mi madre. Hoy es mi cumpleaños y me tienen preparada una comida especial.

-- Antes de que te vayas te comeré yo.

-- ¿Otra vez? jijiji

-- Ven aquí, perra. Eres insaciable.

-- Si mis padres me vieran así...

-- Si me tienes contento te daré más golosinas.
¿Ya le has pedido a tu padre la pasta que te dije?

-- Sí, descuida. Lo tengo embobadote conmigo. Me da lo que le pida.

-- Como yo te doy a ti, ¿no, putita barata?

-- Qué mal hablado eres... y cómo me gusta, ¡joder!