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Inicio / Cuenteros Locales / andres_hasreck / La Salvación del Pueblo - cap 1

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Capítulo 1


Sólo faltaba que llegara el profesor Dome y la reunión empezaría de inmediato. Sus bocas susurraban murmuros, y algunos más osados levantaban un poco más la voz, como preparando lo que se iba a venir a continuación. Nadie sabía por qué se les había llamado, sin embargo habían aceptado de inmediato al enterarse que era el mismo profesor el que los convocaba. Las respuestas no tardaron en aparecer. Entre los medios la noticia causo estragos. Cómo nadie anticipó que algo así iba a venir. Sin embargo, nosotros sabíamos que el profesor había repasado cada detalle para mantener la discreción hasta el final. Sabía de antemano que algo así no tardaría en darse a luz, pero mientras más tarde se corriera la noticia mejor para él. Así tendría tiempo suficiente para organizar todo y prever cualquier imprevisto.
Tanto los científicos como los matemáticos y astrólogos más reconocidos del mundo, habían llegado temprano. No conocía a ninguno de los presentes, salvo el profesor McCanroe que se encontraba a la derecha todavía molesto por lo ocurrido. Era un tipo ya mayor, cuyo rostro aparentaba una vejez prematura. De mirada tosca y voz ronca, promulgaba tal imagen de superioridad en su interlocutor, que pronto terminaba, este último, cediendo a su intelecto. Observé que la mano le tiritaba impaciente y jugaba con un lápiz dándole vueltas una y otra vez. Su barriga crujía, y el olor a transpiración denotaban su nerviosismo. Solo él me preocupaba. McCanroe era el único capaz de destruir todo el trabajo que llevaba realizando, por años, el profesor Dome.
Un ruido de teléfono interrumpía la desagradable espera avisando que el profesor se atrasaría otros quince minutos. El tiempo corría, y los que estábamos allí lo sabíamos. En esos quince minutos el mundo entero podía cambiar. Y la verdad, se encontraba a solo escasos minutos.
La impaciencia hizo que dos de los presentes se acercaran a la ventana para prender un cigarrillo mientras otros revisaban uno que otro papel lleno de apuntes poco legibles. Otras mentes distraídas jugaban y debatían teorías que, desde mi posición, no alcanzaba a oír ni me interesaban. Había estado esperando este momento desde que salí de la Universidad. Trabajar con Mr. Dome no es algo que cualquiera logra. Es un privilegio que hay que ganárselo con mucho trabajo y esfuerzo, sufriendo mucho. Pero el estar en esta reunión, entre medio de tales genios, era algo que mis ojos y mi mente devoraban. Mi corazón palpitaba cada vez más rápido con el pasar de los minutos. Sentía la frente caliente y mis manos se tornaban inseguras. Saqué un pañuelo de prisa para no dejar caer una gota de sudor que se apuraba a rodar por la nariz, y al paso limpié algunas otras que cayeron sobre mis apuntes. Charles lo notó y me pegó un codazo por debajo. “Vamos Alex, no es que sea el fin del mundo, ¿o sí?” ¡Cállate!, le respondía. Charles era un tipo que, o caía muy bien a la primera impresión, o hacía que uno quisiera evitarlo todas las veces que fuera necesario. Siempre bromeando con esto y con aquello, riéndose de todas las autoridades que conociera, se había ganado la amistad y el desprecio de muchos. Menos mal nadie lo ha tratado de tumbar al oír una de sus burlas, ya que un tipo bajo y flaco como él, de seguro no soportaría más que un golpe bien dado.
Una nueva gota, me hizo mirar por la ventana, abarcando toda su extensión. Quizás entre medio de la prensa reunida en la puerta de entrada al recinto, lograba vislumbrar a Katherine. Ella siempre me calmaba en momentos como estos. “¡Relájate! Acuérdate cuando exponías frente a toda la Universidad”, solía decirme cuando me tocaba disertar primero. Y siempre me iba muy bien, mientras ella sonriera a lo lejos para alentarme. Pero no. Esta era una situación totalmente distinta, a la que nunca antes me había sometido. Aunque estuviese ella motivándome, necesitaría aún más para poder estar tranquilo. Charles se reía de mi situación, y su carcajeo causaba indignación entre los presentes, pero a él poco importaba. Se tomaba la vida con relajo, de repente mucho. Pero eso al profesor le gustaba y siempre nos decía que había que reír en la vida: “la vida sin alegría es una desdicha”, solía repetir a menudo.

Volví la vista hacia McCanroe que ahora me miraba con cara despectiva. Sabía que yo no le agradaba, ni mucho menos tenerlo esperando a un “enemigo de su ciencia”, como él solía llamarle. Años atrás podría haberse visto a ambos sentados frente a la misma mesa, debatiendo, con excitación, sobre cualquier tema. De seguro hubiesen sido los mejores amigos. Pero esas fueron fantasías de antaño. Su pasado tergiversó la historia como cual relámpago centellea las noches para imponerse con estruendo. El caudal que traería consigo, siempre supo –el profesor – que podría provocar las más nefastas inundaciones. Por eso nunca nos mencionó, siquiera, una migaja de su descubrimiento. Era demasiado arriesgado revelar algún detalle. “Si tu vecino sabe algo tuyo, puedes apostar que todo el vecindario, de seguro, ya lo sabe”, escuché un par de veces pronunciar al profesor al referirse al tema. Qué daría McCanroe por conocer alguna primicia. ¡Qué no daría!

En eso sonó nuevamente el teléfono. Pero todo fue distinto. En cuestión de segundos todo el mundo corría y gritaba como locos. “¡Es el profesor, el profesor!”, oí decir a uno mientras algunos se miraban desesperados. Era increíble el revuelo que causaba su llegada, pensaba. Nunca imaginé que fuera tanto. Pero no es para menos teniendo en consideración la eminencia que abordaría aquella cuna de genios. Unos minutos más, en un pequeño instante de calma, mi visión dio un giro inesperado. Charles, en un gesto poco delicado, se lanzó sobre mi y me gritó que el auto del profesor había chocado.
- Se sabe de tres muertos, de los cuatro que iban, pero no quiénes son. ¡Mierda! ¡Ahora sí que es un infierno!
- ¡No seas estúpido!. El profesor es un hombre fuerte. Ha resistido cosas mucho peores que un choque.
Charles había cambiado de personalidad. El payaso había perdido su sonrisa en el teléfono.
Los ojos de Lorena, la secretaria, buscaban explicaciones que, mirando a todos los presentes, nadie podría darle. Sólo se prestaba a seguir anotando, con muy mala letra, algo en su libreta, contestar las llamadas de su teléfono fijo y buscar en uno de sus bolsillos, el celular que sonaba con un pitido un tanto desagradable. Mientras, en la pieza del lado, como cual película de terror en clímax, se libraba un debate sobre las consecuencias que traería esto para la humanidad.
Un rumor cayó como un yunque sobre nuestras cabezas: el profesor, cuyos resultados nos daría a conocer esa tarde, yace muerto... ¡y sus secretos también! La pieza pareció oscurecerse por completo. Un eco silencioso apagó los sonidos por un instante. McCanroe sonreía por lo bajo y los demás se miraban aturdidos. Era en momentos como esos, que quería oír a Charles diciendo “¡era broma! ¡era broma!”. Pero no. No hubo réplica alguna de su parte. La calma era eminente. Bastó que alguien prendiera un cigarrillo para que su olor nos despertara a todos de aquel innato estado somnífero.
Las esperanzas de sus espectadores se apagaron de a poco hasta que los llantos inundaron el lugar. Todo el ambiente se volvió frágil, como si acaso dieran por sentado que el profesor estaba muerto. ¿Y si así lo fuera? ¿El profesor muerto? Todo se perdería. Y Katherine... ¡OH, Katherine! ¿También me dirías que esto no vale la pena?
Siete años de trabajo con el profesor Dome poco a poco se iban desvaneciendo ante las caras atónitas de aquellos científicos que no sabían, siquiera, para qué los habíamos llamado.




Bueno, este es el inicio de algo en lo que estoy trabajando... no es la versión oficial, pero sí podría decirse que un avance.
espero que les haya gustado.
en un tiempo más pondré el cap 2 si les interesa.
Por favor, recibo comentarios y críticas, para poder mejorarlo! si no les gustó están en todo su derecho de decirlo! como dicen: de los errores se aprende, no?

saludos

Matías L.

Texto agregado el 30-09-2006, y leído por 137 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
28-10-2006 Me encanto. Fue un placer leer este gran relato. FENIXABSOLUTO
30-09-2006 Me gusto avisame la continuidad...!!*5 terref
30-09-2006 esta rico, en espera vonluthor
 
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