Anoche llovió.
Fue lo primero que oí de la boca de mi madre, el día que cambiaría mi vida.
Me refregué los ojos, y me limpie las lágrimas que tenía a punto de caer, como cada mañana.
Mire hacia el lado derecho de la pieza, y ví mi vestido blanco invierno, y las cajas de regalos.
Pregunté la hora, eran las diez de la mañana.
Me quedaban exactamente 8 horas de soltería.
Me levante y amarré mi pelo, me puse la bata, y bajé a tomar desayuno.
Mis hermanas estaban esperándome, con tostadas, leche descremada, y queso de cabra, y esas caras de “estas segura”.
Cuando me senté, mi hermana mayor me miró y me dijo, aún hay tiempo, tomamos un auto y nos vamos lejos... ¿ya?
Me reí y le aclaré que esto no era una película y que la gracia saldría carísima.
Pero mi madre, bajándole el perfil al dinero como siempre, me miro y me dijo:
- la felicidad es algo que no tiene precios, si no estas segura hija, saldrá mas caro el divorcio.
Terminamos el desayuno, y como aún no me arrepentía, mis hermanas partieron a la peluquería.
Yo me prepare un baño de tina, con algunos mejunjes raros que me habían traído, medios afrodisíacos y relajantes.
Cuando entre en la bañera, y posé mi cabeza sobre el borde, logre sentir todo mi cuerpo descansando, mire mi ombligo aparecer y desaparecer entre la espuma, y comencé a recordar.
Llevaba dos años con el que en pocas horas sería mi esposo.
Pero, hace un par de meses había conocido a un actor, que me movió absolutamente el piso.
Infidelidad, algo imperdonable en una relación, quizás.
Fue una noche, una de las mas maravillosas que he tenido en toda mi vida sexual.
Pero no había sido mas que eso, y es justamente por ese motivo que no quise arriesgar mi relación, por un hombre, que me revolucionaba completamente, pero que jamás en su vida iba a ser capaz de arriesgarse por una mujer (no es que fuese gay, si no que era un cobarde…un maricón)
Mientras jabonaba mis piernas, excelentemente depiladas, podía recordar como una película su boca trepando por ellas...
Cuando ya llevaba mucho rato metida en el agua, decidí salir, y enfrentar mi realidad, y dejar de fantasear con tonterías.
Afuera estaba mi padre, perfectamente afeitado, con su pijama rallado y el diario.
Esperando que desocupara el baño, para poder relajarse, antes de esto.
Me abrazó y me recito esas palabras que acostumbraba a decirme desde que era pequeña.
Recuerdo que el teléfono sonó constantemente durante las tres horas siguientes.
Mi celular, apagado, la verdad no quería que nadie me dijera nada, solo quería salir de esto, casarme por fin, después de todas los preparativos, las reuniones en la iglesia, el peso psicológico de ser la primera de mi generación en contraer el sagrado vinculo, los almuerzos con mis suegros, las criticas de mi suegra, las reuniones con mis padres.
Necesitaba ese respiro, ese minuto como el que había tenido en la tina, pero eternamente.
Llegaron mis mejores amigas, para abrazarme antes del gran paso.
Creo que este día se había transformado en uno único,
me iba a casar yo!
La que jamás se casaría!
Necesitaba tiempo a solas….
Les rogué me dejaran pensar, respirar tranquila.
Ya quedaban solo tres horas.
Toqué el vestido, miré los zapatos, los pasajes al sur. Mi vida estaba a punto de transformarse completamente, y los retorcijones de guata no eran de ansiedad, eran de miedo.
Prendí el celular en un acto casi inconsciente.
UD. Tiene 30 mensajes de texto y 19 mensajes de voz.
Cuando leí el primero, no entendí muy bien.
“no t cases, no me dejes, yo sé que tu no quieres”
entre mas leía, mas me confundía, mas dolores estomacales sentía, y nauseas.
Ya no estaba tan segura, pero, no me atrevía a detener esto.
Es mejor arrepentirse dentro de los 90 días que me da el registro civil, pensé.
Alguien tocó la puerta, abrí...y ….
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