Sólo tienes que pensar, sacar del baúl de los recuerdos usados y rotos o de la chistera, un conejo, un gato o un perro pequeño que lleve algo que se parezca a mí, o que te recuerde las cosas que te hacía en la cara o en todo el cuerpo si estabas a mi alcance.
Cuando algo de lo que te pase te remonte a nuestros momentos juntos, a lo que hacíamos pasando cada momento, a lo que siempre te molestó de mí sin que dijeras un reclamo o una palabra... será tal vez la ocasión y el momento ideal para detenerte un poco, y extrañarme un breve espacio de tiempo, que te recuerde a cómo se sentía el aire al lado mío, si aún lo recuerdas.
Ya para cuando me extrañes acaso por accidente y alguien te corrija al hablar o escribir como yo lo hacía, será que voltees un poco a la distancia de un beso, y en tus labios se pinte tal vez una sonrisa, tal vez un suspiro o una nota de llanto escondido por el oprobio y la vergüenza.
Camina un poco a la tienda o a la esquina con la mano vacía, con tu sombra pequeña y solitaria, sin soporte dónde poner tu cabecita pensativa, dubitativa y desordenada de ideas que ya no tengas de mi, y respira profundo; regresa a casa si lo deseas, siéntate a pensártelo un poco y después de acaso pensarlo demasiado, solo tienes que escribir un correo, o hacer una llamada. |