Cuando íbamos a casa de la abuela,
Nos obligaba endemoniadamente a que nos tomáramos la sopa
no le importaba que nos atragantáramos con su cuchareo mortal, pero por alguna extraña razón a la hora del postre se disculpaba y se levantaba rapidito del mesón.
Años más tarde supe de intromisión que la anciana
había quedado sola, ya que su amado esposo
la engaño con un pastel gigante de celebración.
Texto agregado el 29-09-2006, y leído por 117
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