QUIERO MIS MANOS


Los cubitos cayeron
uno a uno ,
creí que era nieve,
pero era hielo encarnado
en apariencias.

Lo quise doblegar,
me tiró al vacío.

Lo quise mirar,
me encegueció
de repente.

Lo quise tocar ,
me quemó las manos.

Lo quise entender,
me cerró la boca.

Mi piel ardía,
se deshacía
hojaldrada en capas
vulneradas.

Apropiación instalada,
tembladeral del poder vacuo,
sin fijarse cómo
penetra lacerante.

Mi único miedo era pensar:
no más una caricia.

Miro las palmas,
cada surco grita
luxaciones diferentes.

Me queda la palabra,
me acompaña la mirada.

Miro mis manos,
espero
el vigor de otra caricia.


Silvia Haydeé García.