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EL RESCATE DE MI SKATE
(cuento para niños de 11 a 100 años)


Habíamos pasado tres días en la playa. Mi mamá corría de allá para acá ordenando la mochila para volver a Santiago. Siempre anda corriendo, porque siempre anda atrasada.
Llegamos al terminal de buses y se dio cuenta que habíamos llegado una hora antes.
Menos mal no fui yo el que vio la hora programada de los boletos, sino me habría retado, como yo no puedo retarla a ella, se rió y encogió de hombros.

-Mire que soy tonta. Los pasajes están para las ocho y son las siete!

Nos fuimos a hacer la hora a la plaza que está al frente del terminal de buses, esa que queda al lado del Congreso de Valparaíso. La plaza O’’Higgins.
Ella se sentó un rato en una banca y se puso a leer un libro que compró en esa misma plaza en los cachureos que venden en las mañanas de domingo. Los grandes le dicen “antigüedades”, yo sólo veo puros cachureos.
Mientras ella leía, yo me puse a andar en mi skate y a practicar algunos trucos, ya está que me sale el “Ollie Flip”, estaba a punto de salirme cuando mi mamá interrumpe su lectura para mirar el reloj y me avisa que nos quedan diez minutos no más para que parta el bus.

-Ya!, hago el último intento y nos vamos!

Doy un saltó y pise la tabla en la puntita y en vez de girar y caer derecho, saltó lejos y siguió rodando hasta un grupo de gente que estaba detenida frente a un poste, había un carabinero entre las personas, estaban mirando a un perro que estaba muerto en un charco de agua bajo el poste. El skate paso a gran velocidad entre las personas y se detuvo justo al lado del perro.
Supuse algo raro, porque todos me quedaron mirando. Me asusté, pensé que yo había matado al perro con el skate o algo parecido, pero ya estaba ahí el carabinero antes, así que no fui yo. Caminé despacio hacía mi skate y miré a mi mamá, por si me había visto, y si, no se como siempre me pilla en mis travesuras. ¿Cómo puede leer y mirarme a la vez? Ella dice que tiene un tercer ojo secreto y siempre sabe lo que estoy haciendo.
Me agache rápido y directo a recoger mi skate cuando me detuvo el grito de la gente y el carabinero.

-No! No toques eso!

El poste, terminaba en una ampolleta y tenía cables rotos a la vista, justo bajo el poste había agua y el perrito había ido a beberla y murió electrocutado y ahora mi sakte estaba al lado del perro, en el agua con electricidad. No me di ni cuenta lo rápido que llegó mi mamá a mi lado.

-Estamos en la hora, tendrás que dejar tu skate ahí no más.

Que! No, no podía dejarlo, ella sabía que no podía dejarlo!. Había sido mi regalo de cumpleaños, anhelé tanto tiempo un skate profesional como ese, tiene track importados y los rodamientos están casi nuevos, hasta antivibrador le había puesto.

-¿Y si lo sacamos con un palito?

-Puede ser. ¿Y de donde sacarás un palo, hijo?

Miré por toda la plaza buscando un palo y a lo lejos vi a un señor del aseo con un contenedor de basura de esos grandes de plástico y varios accesorios de jardín y entre ellos, una escoba. Eso! Con el mango de madera de la escoba podría rescatar mi skate de las garras de la electricidad. Corrí hacía el aseador y no quería prestarme la escoba. Debí explicarle paso a paso lo que había sucedido y casi llorando le rogué que me prestara su escoba. Lo convencí.
Ojalá a mi mamá la pudiera convencer así de fácil, ni cuando lloro me hace caso.
Me devolví corriendo y ya se podía observar el rostro fruncido de mi mamá porque se estaba pasando la hora. Rezongando me quito la escoba y ella misma se acercó a sacar mi skate, pero el carabinero no la dejó.

-Es que me va tener que dejar no más, porque mi hijo no dejará su skate acá y no puedo esperar! Nuestro bus sale en pocos minutos y debemos irnos!

Dijo esto con tanta firmeza y decisión que el carabinero no se atrevió a contradecirla. Agarró el palo de escoba y después de algunos intentos sacó mi skate. Me lancé a abrazarla, feliz y agradecido. Ella tomó mi skate del suelo, me tomó a mi de la mano y salió seria y bien erguida de entre la gente.

-Apurémonos que estamos atarazados!

Esa frase es típica en ella.
Corrí a devolver la escoba. Llegamos al terminal y el bus se estaba yendo. Mi mamá le hizo señas para que se detuviera. Nos subimos y volvimos a nuestra casa.
Con mi skate.
Yo no sé porque siempre me pasan estas cosas a mí.
Mi mamá dice que es simplemente porque soy niño.

Texto agregado el 27-09-2006, y leído por 9127 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
12-01-2007 Hermoso tu relato. una maternal manera de contarlo. Tanto ha crecido tu bebe? Saludos y estrellas. pantera1
21-10-2006 creo que el cuento es hasta niños de catorce... después queremos motocicleta, luego ferrari, acabamos con mercedes benz o de perdida chrysler y, finalmente en una caja sin ruedas... tobegio
04-10-2006 Tu relato es muy fino pues transparenta la lógica indiscutible de los niños. Un gustazo que me he dado con tu texto. BaronRojo
28-09-2006 muy bonito, una buena representacion de un hecho q puede pasarle a cualkier niño =D eXo
27-09-2006 bello, con la belleza que solo un niño de cortos años puede darle, bravo madre.***** curiche
 
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