Concierto maldito
Cuando comencé la composición no sabia que había allí.
Podía ser una de las tantas búsquedas de inspiración que terminan siendo nada mas que basura...o simplemente una obra maestra.
Y el milagro ocurrió.
Cuando supe ( o intuí) lo que tenia entre manos, me desesperé como un necio; mis dedos sudorosos garrapatearon una línea armónica principal que, en principio pareció buena, pero nada fuera de lo convencional. Pero al agregar unos arreglos mas y acomodar uno de mis típicos desaciertos en el tempo...me asuste.
Estaba haciendo algo que me excedía.
Superaba mis propias barreras creativas.
Una solitaria nota se encadenaba con otra de manera sutil, etérea, dándome la sensación de que una fuerza sobrenatural dominaba mis manos, llevándome por laberínticos caminos inexplorados.
Trate de detenerme al notar que me alejaba de mi estilo.
Seria solo un rapto de extraña inspiración...nada mas.
Pero las melodías seguían fluyendo en mí como por un torrente inacabable de creatividad.
Me había transformado en un canal yermo que dejaba aflorar pureza musical desquiciada.
Garabatee unas líneas para un insólito tandem de cuerdas y el resultado fue asombroso.
Todo confluía de manera sobrenatural.
Lo mismo pasó con una sección de vientos que debían apuntalar la melodía madre, aunque allí tuve que detener mis pasos y repasar: algo me decía que no debía sobrecargar los arreglos en ciertos pasajes melódicos.
Esa noche y las siguientes viví y transpiré por esa sincopada melodía.
Durante el día caminaba por las calles de mi ciudad surcando melodías estridentes producidas por instrumentos que no solía utilizar jamás: pianos rítmicos me escandalizaban; oboes destemplados relampagueaban descarados; secciones de vientos (totalmente ajenos a mi gusto y uso) se imponían, erizándome la piel.
Mi exigua formación musical me transformaba en el médium por el cual los espíritus musicales se expresaban.
Volvía a mi mesa de trabajo cada noche y trataba de dedicarme a otras melodías o composiciones que debía terminar...pero era en vano.
Todo se ahogaba en una introducción para esa obra maldita, y el golpeteo de mis manos en el piano dieron con la introducción no deseada...pero a la vez genial, que necesitaba como prolegómeno a la melodía central.
Recuerdo esa madrugada, y digo madrugada porque a esas horas caí rendido sobre la mesa de trabajo, en la que di por concluida la concierto para piano n°1(así la llame porque era la primera vez en que me concentraba tanto sobre dicho instrumento).
Junte las hojas garabateadas con cientos de corcheas, semi corcheas y fusas y me dispuse a visitar a un viejo amigo, el interprete ideal de mis ideas.
Él siempre se encargaba de darle vida a mis pentagramas, ejecutándolos con el grupo de gente con la que él trabajaba en el teatro municipal.
Apenas llegué, debió notar mi fatiga reflejada en el rostro, ya que en el transcurso de la composición (fueron algo mas de 20 días) poco y nada me ocupe de mi persona.
Llevaba días enteros sin asearme y la ultima muda de ropa que llevaba puesta olía a mil demonios.
- ¿qué te pasa santiago?...pareces un cadáver...¿ te sentís bien?- preguntó con sinceridad
Evite dar una respuesta, y con un aletargado movimiento le alcance el manuscrito:
-por favor...tócalo con tus amigos...no quiero saber mas nada con esto- dije esforzándome en ser claro en mis palabras -creo que es lo mas raro que jamás compuse... no se que me paso... pero lo hice, y no quiero saber mas nada de esta obra...casi se me va la vida en terminarla –
Mientras hablaba sentía que un calor insoportable me invadía de pies a cabeza – es un concierto para piano...aunque te parezca extraño, eso es lo que compuse...tomá...miralo- agregue dejando los papeles sobre su piano.
Diego, mi amigo, conocedor de mis excesos para con mi trabajo, asintió levemente y se apuro a sostenerme, antes de que me desplome sobre el entablonado piso de la sala de conciertos.
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Recuperé el conocimiento en el hospital... solo y confundido.
¿qué hacia allí?...¿qué me había pasado?.
Cuando la melodía iterativa con la que había convivido los últimos días volvió a mi cabeza...entendí todo.
Tuve la extraña sensación de que los días pasados de cansancio y fatiga regresaban a mi cuerpo como atraídos por un imán sobrenatural.
Al parecer, había tenido un principio de infarto, y aún estaba con vida gracias a la rapidez de mi amigo, que me trasladó al primer dispensario que localizó para que me atendieran.
Solo recordaba la maldita melodía de mi obra, adherida a lo mas profundo de mi subconsciente como un erizo a la lana.
El medico de guardia me hablaba y la introducción al concierto se interponía entre sus palabras; la enfermera me cambiaba las sábanas y las cuerdas estallaban en mi cabeza, haciéndome gimotear.
Por mas que trataba de hablar, las palabras no salían de mi garganta
Uno de los tantos médicos que me visitaban me dijo que no me preocupase: era un problema temporal debido al stress que había sufrido las últimas semanas, durante la composición de la obra.
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Pasaron dos días hasta que mi organismo se estabilizó, permitiéndole a mi amigo una corta visita.
No me sorprendí cuando lo vi entrar con un reproductor de música en sus manos, y una sonrisa maliciosa en los labios.
-bueno Santiago...la broma terminó...decime cuál es el concierto para piano que hiciste y que te dejo en tan mal estado...parecías un cadáver el otro día...- agregó riendo.
Trate de decir algo, pero de mi boca solo surgió un gorgoteo espantoso, que hizo recordar a mi amigo las palabras del medico.
-¡ah ...perdoname¡, ahora recuerdo lo que me dijo el medico de que estabas teniendo un problemita con la voz...bueno...pero igual, tengo que decirte que la broma ya es pasado...cuando te sientas mejor me tenés que mostrar tu composición-
Debió notar la extrañeza en mis ojos, porque luego de mirarme con displicencia por unos minutos, su rictus fue transfigurándose.
-Santiago...vos me estas haciendo una broma...-vi como rebuscaba unos papeles de su cartera - vos decís que esto lo compusiste vos- agrego mostrándome el pentagrama de mi maldito concierto para piano.
Asentí con gesto firme, ocultando mi extrañeza.
- eso no es posible Santiago...es una locura- dijo
Creí que estaba haciendo referencia a la calidad de mi obra, y no pude reprimir el orgullo que todo artista tiene, sonriendo irónico y altivo.
Mi amigo palideció y dijo :
-Santiago...yo te traje a este hospital casi muerto...dijiste que habías compuesto una obra que no era habitual en los estilos que vos manejas...ahora...se que nunca mentís, y menos en lo referido a tus pasiones, y se que a la música la amas mas que a nada en el mundo...pero...necesito que me digas la verdad...- sus ojos se iban desorbitando a medida que iba subiéndome la voz-¿vos me juras que esto lo compusiste vos?-
Asentí con firmeza, mientras el enojo se iba apoderando de mi espíritu: ¿cómo podía dudar tanto de mi buena fe y talento?, ¿por qué no podía creer que ese concierto para piano había nacido de mi propia inspiración?.
Lo vi retirarse enfadado, sin pronunciar palabra, dejando sobre la mesa de los medicamentos un disco, con lo que suponía era una grabación de mi obra.
Tuve que esperar a la llegada del medico, a quien mediante gestos le indique si podía poner el disco en el reproductor.
Este acepto de buen gusto, y mientras revisaba unos papeles, lo puso a sonar.
No pude reprimir las lagrimas que brotaron de mis ojos apenas comenzó a sonar altiva y portentosa...mi obra maestra.
-si se va a poner mal lo sacamos amigo... –me dijo -usted debe evitar emociones por el momento...recuerde que su corazón anda algo descompuesto últimamente-
Apenas le preste atención a las palabras del medico: ahí estaban mis violines, mi piano galopante, mis bronces imponentes...
-sabia que usted era músico, pero por su aspecto no lo imagine amante de la música clásica- el medico hablaba con la cabeza baja, pero sus palabras me halagaban ( mas allá del comentario sobre mi aspecto), así que le preste atención-...y la verdad que esta es una buena versión...¿ quien la interpreta?...¿la sinfónica de Londres?...
El desconocimiento del medico me enterneció: a veces los médicos se creen cultos, pero en realidad, si uno los saca de su mundo de enfermos y diagnósticos son unos analfabetos.
-si...no hay duda...es la sinfónica de Londres...nadie interpreta el concierto para piano n°1 de Tchaikowsky como ellos- me dijo al salir de la habitación.
Al principio reí, hasta que la duda fue increscendo en mi interior.
¿Qué había dicho el medico?
No era posible.
Cuando entró el siguiente medico de guardia hice un esfuerzo sobrehumano para indicarle que pusiese la música nuevamente a sonar, y con mi ultimo aliento pregunte si conocía la melodía que surgía por los diminutos parlantes.
-ccoo...conoce..la-laa..música ésa...-
-no se esfuerce para hablar amigo...usted debe permanecer tranquilo- dijo –en cuanto a la música...si...como no voy a saber que es...eso es un clásico de Tchaikowsky...el concierto de piano n°1...-
Vanos fueron los esfuerzos de los médicos para tratar de calmarme...un dolor insoportable me invadió el pecho...luego la oscuridad...y esa maldita música, inquebrantable, monolítica...sonando en mis oídos.
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