Busco la playa en tus ojos
entro despacio y me bañas
con tu espuma blanca
ausente la palabra.

Me regalo con tu néctar
en el borde de tus labios.

Mis maromas, tensas,
te amarran a mi muelle.

Callado evoco sedas
en tu cuello aún dormido,
que estalla en perfumes
al roce de mi boca.

Mensajeras palomas,
hechas manos,
vuelan lejos, autodidactas:
en su pico tu dulzura.

Mi corcel, sin riendas,
recorre a cuerpo abierto
valles de sol y agua
sobre tu piel salada.

Trocados
en jugoso alimento,
compartimos manjares,
bocados.

Somos horizonte,
cielo y tierra soldados
en perfecta simbiosis,
hasta hacernos de barro.