Conmigo cabalgan y regresan,
los caballeros de la esperanza;
los sacros monjes guerreros del dolor,
conmigo florecen los caminos;
que se riegan de la templanza,
las flores eternas que recuerdan tu color.

Mi camino cual caballo que se monte,
que no está domado ni es camino aún,
más bien una ruta que se abre al horizonte;
Donde convergen tus ideales y mi sentido común.

Mi visión de futuro que ilustra más de siete centurias,
y demarca el derrotero de cada hombre;
fuera de la huella del bruto deseo,
y sus terrenales lujurias.

Se sabe que es el lugar perenne...
donde las estrellas,
solo susurran el sonido de tu nombre.

Semper Fidelis...