Un soplido de viento entraba por el pequeño resquicio de la ventana. Era una corriente de frío aliento que inundaba aquel cuarto de diminutas proporciones. Las hojas de aquel cuaderno viejo y raído ondeaban y resonaban con el pasar de aquella tenue brisa. Aquellas letras, escritas sobre un papel viejo, amarillo y de áspera contextura nos contaban las querellas de un viejo, la letra era de corte clásica, cursiva y propia de un culto aristócrata. El hombre que plasmó sus vivencias en aquel diario se hacía llamar Leonardo Méndez, durante mis pesquisas tuve la oportunidad de leer el diario en su totalidad. He aquí los eventos más importantes:
22 de Octubre: (La grafía de estos escritos conserva un estilo correcto, dado en una situación de absoluta tranquilidad y bajo una cotidianidad sin sobresaltos)
Como bien he escrito en ocasiones anteriores, mi interés por ese lugar ha venido incrementándose a medida que leo más acerca del asunto en cuestión. Los aldeanos me han contado todo tipo de leyendas e historias místicas acerca de aquel territorio. No puedo negar que me atrae la idea de abandonar todo aquello que me compete para embarcarme en una aventura de tal estirpe. Desde niño he soñado con formar parte de una travesía propia de los más valientes caballeros.
30 de Octubre:
No he escatimado en abandonar mis negocios para poder ir en busca de aquel lugar misterioso. A medida que pasaron los días mi anhelo por descubrir que hay más allá de los relatos de los libros que he leído y las personas que he tenido la oportunidad de escuchar se hizo insostenible. Ha llegado el momento de encontrar la riqueza absoluta o simplemente de convertirme en carroña.
15 de Noviembre:
He llegado a mi destino, el sitio se encuentra en medio de una selva. No cabe duda de que me encuentro en el lugar correcto. En esta locación hallé una choza de desagradable aspecto, construida con bambú y paja. Ha de ser una vieja construcción, se encuentra en muy mal estado, sus soportes están podridos, gran parte de su superficie ha sido cubierta por los hongos y la maleza rodea toda la locación. Cuenta con una litera en mal estado, la colcha es insuficiente para dormir adecuadamente. Justo al lado izquierdo de la puerta –Un trozo de madera que he de apoyar sobre la entrada sin ningún soporte más allá de los maderos que se ubican en los extremos de la misma- se encuentra una rustica mesa carcomida por las termitas-. No sé si podré dormir esta noche.
16 de Noviembre: (La grafía presenta unas características diferentes a las observadas en los otros escritos. Refleja un agotamiento físico y por ello los trazos han dejado de ser precisos, tal cual solían ser hasta entonces)
No he podido dormir. Anoche he escuchado un constante y perturbador sonido en las afueras de la choza. No pude determinar de donde provenía ni que era. No obstante he pasado en vela ante la incertidumbre. El sonido se asemejaba al de una pala excavando la tierra, una y otra vez, sin parar. Las plantas parecían cantar con la noche en un aullido aterrador al unísono con el viento.
17 de Noviembre:
Ante mí reposa una flor negra. La he encontrado esta mañana cuando salí a explorar los alrededores. Es una planta extraña, no es una simple flor. Su color me perturba, es una simbiosis entre vida y muerte. No concibo que un color relacionado con la muerte pueda a su vez formar parte de un ser de tan inmensa belleza. Sus pétalos se elevan y giran unos sobre otros de manera helicoidal, son suaves y desde una vista superior se percibe una figura con forma de corazón
(Los eventos que se escribieron arriba tuvieron lugar durante la mañana)
Los sonidos no han cesado y cada vez son más aterradores. El aullido se ha transformado en un silbido endemoniado. Siento que mis oídos van a estallar. El sonido de la tierra removiéndose, siendo excavada sin tregua se hace cada vez más insoportable a tal punto que siento como si estuviera cavando dentro de mi propio cuerpo. Es una sensación agobiante
18 de Noviembre: (Los trazos son desordenados y reflejan desesperación)
Su aroma es indescriptible, entre más inhalo ese indescriptible olor más desesperación alberga mi mente y mi cuerpo. Están aquí… Han rodeado la casa, golpean los muros, los pasos se escuchan alrededor de todo el lugar. Parecen una multitud. Aquel sonido es cada vez más agudo, no creo que pueda soportar mucho más. Todos la desean, pero ¡soy yo! únicamente yo el que la debe tener, ¡la he encontrado y me pertenece! Mis ojos me arden, siento como si el fuego los quemara. La sombra de aquellos esta en todas partes. Estoy aterrorizado, No pueden, no deb…
El punto final del diario es una gota de sangre. La escritura de estas últimas palabras es apenas legible y es tal la fuerza que imprimió a cada letra que se puede percibir el pánico, la ansiedad y la desesperación en cada una de ellas.
Gracias a ese diario fue que pudimos develar el misterio que siempre rodeo la muerte de Leonardo Méndez. Un respetado aristócrata no tenía motivos para estar en medio de la selva ¿qué cree usted, señor Marques?
-Sin duda el diario fue determinante, hasta el momento la muerte de aquel ilustre no tenía explicación. Empero, quisiera que me detallara sus descubrimientos dado que con lo que usted acaba de mostrarme no tengo conjetura alguna que plantear.
-Bien, procederé ahora a explicarle detalladamente los motivos que llevaron al Dr. Méndez a la muerte.
-Desde hacía meses el Dr. Méndez se había obsesionado con algo de características místicas. Según pudimos sustraer de varios de sus allegados se trataba de una planta. Como puede ver, en su diario se cita una “flor negra”. Es por ello que quise ahondar en el asunto y consulte con algunos biólogos eruditos. La planta en cuestión no existe con una coloración negra, pero si existe una planta de poderosas propiedades alucinógenas y de un fuerte color púrpura con la morfología descrita en el diario. Se sabe que se encuentra en las zonas más profundas de las selvas. He aquí donde debo suponer que Méndez adoleció de una percepción inexacta.
-Gracias a su hermana pudimos constatar que Méndez se había estado relacionando con los aborígenes de una región inhóspita. Los habitantes de esa zona se caracterizan por dar propiedades divinas a la mayoría de las plantas y animales. Entre sus mitos se encuentra el de una planta de propiedades únicas, según ellos, la flor de la eterna juventud. La descripción de esa planta y la de Méndez coinciden.
-Todo indica que Méndez se instruyó copiosamente sobre el mito y decidió ir en busca de la planta.
-He de hacer hincapié en la creciente paranoia del viejo. Esa condición mental explica en gran parte los motivos que lo llevaron a tal situación.
-Si bien lo que usted me dice es correcto, eso no explica los sonidos durante la noche
-Precisamente iba yo a decirle lo que vimos cuando visitamos la choza. Aunque en apariencia se encuentra solitaria en medio de la selva no es así. Muy cerca del lugar en cuestión pudimos ver que se esta llevando a cabo una inmensa obra de ingeniería. El constante sonido de las máquinas, las palas y las continuas excavaciones dan explicaciones a los sonidos descritos. Es lógico que durante una noche silenciosa los sonidos provocados por la obra sean claramente perceptibles, aun encontrándose a una prudente distancia.
-El Dr. Méndez había caído presa de una paranoia crónica durante esas noches, sin embargo eso no fue lo que desató su locura. Fue la “flor negra”. Una vez el inhaló la flor perdió lucidez gradualmente, sus sentidos se agudizaron y cautivado por las propiedades alucinógenas no pudo dejar de inhalar la “flor”.
-En la autopsia practicada al cadáver se comprobó que Méndez se había envenenado.
-¿Es decir que Méndez…?
-Murió embriagado en una locura incontenible. Nunca existió un asesino más allá de su propia sombra.
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