Sombras ocultas
perdidas se hallaban
en tu habitación
aquella mañana.
Envuelta tras las sábanas
de tu propia cama,
corría tu sangre
por la almohada.
Tu mirada
ya no apuntaba a nada,
dos lágrimas
rodaban por tu cara,
tus labios morados estaban
y una sensación de ausencia
en el aire rondaba.
Un cuchillo afilado
posaba en tu cama,
tu piel ya blanca
y tu cuerpo
rápidamente se enfriaba.
Gris estaba el cielo
esa mañana
¡¡Silencio!!
Que el aire cantaba:
“Un alma mas perdida
por fin descansaba”
Y nadie reprochaba nada,
no sería la última
que la oscura noche
se llevara.
Texto agregado el 26-09-2006, y leído por 117
visitantes. (2 votos)