A gonzaloarango, en sus 30 años de iluminado.
Grandioso maestro, hoy te saludo, a los 30 años del encuentro con tu amada; maestro, tu que brillaste como la oscuridad misma, que emanaste el hedor de la vida y de la muerte juntos; que en el fuego encontraste el mejor purificante y confesor, tu, que te elevaste tan alto como el infierno mismo y te fundiste en uno solo con aquello que fulminaste; tu, que en una desgraciada flota dijiste por ultima vez ¡mierda!, cuando viste que todo volvía a su inicio; dejaste de hacer nada, para convertirte en ella. Pues el hombre no existe mientras vive, el hombre existe y vive en la muerte y por ella; me acongojo hoy, porque abandonaste a tus discípulos ya abandonados, y tu Angelita te lo mandó; cuan sabio habéis sido cuando a la muerte le diste forma de mujer, así mismo hoy yo le doy nombre y nacionalidad, una tal Angelita, nacida en Inglaterra.
Blasfemaste de aquello en que creíste, profesaste aquello que eras y dejaste el legado de lo puro que heredaste, ahora en tu ausencia, desenterramos tu ataúd, pues necesitamos la fosa en que reposas, botaremos tus restos al viento, y rogaremos porque no abandones el sistema solar, sin antes revivir, para luego morir y cumplir tu misión, porque como decías: no llegar es también el cumplimiento de un destino.
Eterno descanso, maestro.
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