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Inicio / Cuenteros Locales / JanselRene / Psicoanálisis (Mi obsesión con la tarta de chocolate)

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- Buenos días doctor.

- Buenos días, siéntese. ¿Qué tal?

- Bien, un poco nerviosa. Es la primera vez que vengo al psiquiatra.

- No se preocupe, para todo tiene que haber una primera vez. No se preocupe. Cuénteme.

- Bueno, la verdad es que mi problema es un poco raro. No sé si habrá tratado antes a alguien así. A lo mejor le parece una tontería.

- Tranquila, estoy aquí para ayudarla. Nada podría asustarme o parecerme una tontería. Siga por favor.

- Bien, mi problema es que estoy obsesionada con la tarta de chocolate, concretamente con una que hay en el escaparate de la pastelería que hay debajo de mi casa.

- ¿Con obsesión a que se refiere?

- Pienso a todas horas en ella, bueno, hasta sueño con ella. Tengo temporadas en las que sueño todas las noches. Y cuando veo algún otro postre, no puedo remediar que venga a mi cabeza.

- ¿Pero la ha probado?

- No, y eso es lo que más me frustra, porque aunque hay veces en que creo que he conseguido hacer desaparecer esta obsesión, vuelvo a caer, porque como no la he probado no puedo saber si merece la pena pensar en que tengo que probarla o no.

- ¿Y por qué no la prueba?

- Porque no puedo. Bueno, entiéndame, no es tan fácil. Es una historia que se remonta unos cuantos años atrás.

- Bien, pues empiece a contarme desde el principio.

- La pastelería la abrieron cuando yo era más joven. Estaba en la adolescencia. Por ese entonces el pastelero si quería venderme la tarta, o eso insinuaba, pero yo, como los dulces me daban un poco igual, no quería ser ingenua, porque a ver si me iba a dar gato por liebre. Vamos, que no me fiaba de él. Incluso llegó a decirme que dentro de unos años me haría una tarta para mi sola todas las semanas. Lo dijo bromeando y yo no sabía si realmente era una broma en plan colega o lo que estaba haciendo era burlarse de mi.

- Y llegó un momento en que eso cambió y decidió que merecía la pena comprar la tarta, ¿no?

- Sí, empezó a haber confianza entre nosotros y pude intuir que la tarta por dentro tenía más chocolate y mermelada de fresa, y pensé “debe estar para chuparse los dedos”. Lo que pasa es que por aquel entonces el pastelero dejó de darme la vara con que le comprara la tarta, y yo quería comprarla, o al menos probar un cachito. ¡Qué cosas tiene la vida!

- ¿y como actuó usted?

- Bueno, me daba corte entrar a la pastelería después de haber estado ignorando al pastelero, y bueno, la verdad es que esto de comprar tampoco es que se me de a mi muy bien. Un día, cuando empecé a notar que me estaba obsesionando, o quizá ya estaba obsesionada, le pregunté que cuanto costaba. Él se quedó impresionado, pero me dijo que no me vendía la tarta. Que se lo hubiera preguntado para mi no quería decir ni que la fuera a comprar ni que el tuviera que comprometerse a venderme un trozo todos los días, yo sólo quería saber si había alguna posibilidad de que me lo pudiera permitir. Cuando lo dijo yo no quise saber nada más, pero el insistió en contarme sus motivos. Primero dijo que no era una tarta tan buena como para que yo la comprara. Yo le dije que a mi me daba igual, que me gustaba la tarta, y que la quería comprar. Me resultó raro que dijera esto pues si tienes una tarta en el escaparate es para venderla, ¿no?. Si la quieres vender y hay algún comprador, que más te da quién sea, lo importante es venderla. Luego, dijo que a parte de eso es que la tarta me haría daño o me podría producir caries. Y que ya que nos conocíamos desde hace tanto tiempo, no le gustaría que me sentara mal la tarta y se echara a perder la relación. Lo que menos me gustó fue que añadió “pero eso no significa que no quiera venderte la tarta”.

- ¿Y después de este incidente cuál fue su reacción?

- Intenté hacerme a la idea de que no pasaba nada, que nunca me podría permitir la tarta y que eso no debía perjudicar a mi relación con el pastelero, pues existen un montón de pastelerías más donde podría encontrar una tarta de chocolate con tan buena pinta. Yo estaba feliz pues la solución que había tomado estaba funcionando. Mi obsesión desapareció por unos meses, hasta que el pastelero la volvió a liar.

- Continúe, por favor.

- Un día se puso a hablar conmigo con mucha amabilidad. Yo no quería pensar que esa era mi oportunidad, porque él me había dicho que no me vendería su tarta. Yo iba con amigas y ellas me dijeron que si que era mi oportunidad y que debía aprovecharla. Debí haberlo hecho, pero se me cruzaron los cables porque no entendía que si se suponía que no la podría comprar por qué ahora era tan amable que se podía pensar que había cambiado de opinión. Hice una locura.

- ¿en qué consistió esa locura?

- Me acerqué a él y le dije que le odiaba.

- ¿y él que contestó?

- No le di opción, me di la vuelta y me fui. A partir de aquel momento, en el cuál mi obsesión volvió a aparecer, decidí tomar medidas drásticas. Hablar lo mínimo posible con él, no mirar la tarta, ni pensar en ella, en fin, hacer como si no existiera. Y buscar otra tarta que me fuera asequible. Como es de suponer, esta estrategia tampoco funcionó. Abrieron una pastelería cerca, con una tarta de chocolate, con mejor pinta aún, pero igualmente, cuando tuve la oportunidad de probarla me eché para atrás. No sé si por culpa de la de la pastelería de debajo de mi casa, o porque realmente es que tengo un problema psicológico. Desde entonces es cuando realmente me preocupa mi obsesión.

- ¿cómo está ahora mismo su relación con el pastelero?

- No le expliqué nada de por qué le había dicho que le odiaba, pero después de haber estado un montón de tiempo tratando de ignorarle decidí que esa tampoco era la solución, y progresivamente volví a ser agradable con él e intentar tratarle como antes. A pesar de que ahora me llevo bien con él, tengo miedo de volver a intentar comprar la tarta por si me volviera a decir que no me la vende.

- Pero ya lo ha intentado una vez y no se acabó el mundo. A lo mejor si se lo pregunta ahora la respuesta es distinta. Y si volviera a ser que no ya sabría como superarlo.

- Ya, pero si se lo vuelvo a preguntar el se dará cuenta de mi obsesión, y ¿qué va a hacer que su respuesta ahora sea distinta? Aunque ahora la relación esté más o menos bien, seguro que piensa que soy una loca.

- Creo que su problema es que no tiene la autoestima suficiente como para saber que se merece probar la tarta y que tiene que intentar probarla como sea.

- Pero si lo he intentado, ...le pregunté.

- Le preguntó y se conformó con su respuesta. Aceptó su respuesta sin pensar que podría cambiar de opinión en algún momento o que a lo mejor la respuesta que le dio no fue lo que realmente pensaba. Perdóneme por lo que le voy a decir, pero una ridícula pregunta no es luchar. Usted la hizo para justificarse a si misma y al resto de la gente de que le interesaba la tarta, pero si se conformó con esa respuesta es que quizá realmente no la quiere.

- ¡Claro que la quiero!

- ¿Como lo puede saber si aún no la ha probado? ¿Sabe que es lo mejor que puede hacer? ... Tirar una piedra, romper el escaparate y coger un trozo. Entonces, puede que empiece a sonar la alarma, o que el pastelero se de cuenta y salga corriendo detrás de usted, o que se de cuenta de cuánto quería usted probar la tarta y le de él un trozo, son infinitas las posibilidades. No le puedo asegurar qué es lo que pasará, pero lo que si le puedo asegurar es que al menos sabrá si le gusta la tarta o no. Bueno, creo que nuestro tiempo ha terminado. Piense en lo que hemos hablado y dentro de un mes vuelva a venir y me cuenta. Pero recuerde esto, hasta que no pruebe la tarta no va a poder superar su obsesión.



Desde entonces estoy buscando una piedra con el tamaño adecuado, y un momento para poder tirarla sin ser vista y romper el cristal.

Texto agregado el 25-09-2006, y leído por 191 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-05-2007 Genial, de lo mejorcito que he leido por aqui, se lee del tirón, es hasta creible y te zambulle en la acción. Me ha encantado. Saludos. nomecreona
26-09-2006 Excelente... Para iniciar comentando, excelente. Me ha gustado porque respeta el orden de una terapia, silencios, reflexiones.. El solo título me ha llamado la atención, me he identificado, pues en mi vida también hay muchas "Tartas de Chocolate", que me agobian y amenzan con desestabilizar mi vida emocional. La parte donde se describía el temor a preguntar, vaya que me tocó!!! Sin duda, esos temores son en cierta forma una protección para no estar peor... Tomar riesgos no es fácil, más si se trata de algo que va a transformar nuestras vidas... Por mas nimio que parezca, es relavante... Bueno..En fin, solo te puedo decir que me ha gustado mucho esta sesión, espero que encuentres la piedra apropiada y finalmente te decidas a probarla (esto del símbolismo y el psicoanálisis me apasiona... No se nota?) Felicidades. ***** Hericuento
 
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