A sus cortos cinco años, lo único que sabia Serafín es que tenia hambre, las tripitas las tenia pegadas al espinazo y siendo tan chico no entendía de la enorme miseria por la que pasaba su familia, veía a otros niños del pueblo que tenían cosas como por ejemplo un par de zapatos cosa que añoraba en silencio, los ojitos se les quedaban pegados a la vidriera cuando veía un juego de bolitas chinas muchos otros chicos tenían, pero el no, eran tantas las cosas que no tenia que si las contaba se volvería viejo en el intento, pero todas esas cosas quedaban en un segundo lugar cuando llegaba su padre y le leía un cuento con voz cansada, el se dormía y soñaba que estaba en un mundo de juguetes y abundancia…
Con todo podía el pequeño Serafín menos con el hambre, camino hacia la cocina en donde se hallaba Candida su madre…
-Mamá, tengo hambre…
-A callar chiquillo, no hay nada de comer hasta mas tarde que llegue su padre!
Serafín sabiendo que no había nada que hacer se disponía a salir de la cocina tristemente cuando por la esquinita de ojo diviso un pequeño trozo de pan encima de la meseta, pero, como llegar hasta ahí?... Como pudo se subió a medias e inclino sus cortas piernitas hasta llegar con un esfuerzo sobre humano hasta el pedacito de pan, justo antes de que el banco donde se había subido se doblara arrastrando con el a Serafín, y al afilado cuchillo que su madre descuidadamente había dejado en la meseta junto al pedazo de pan…Se cayó estrepitosamente el pequeño y el cuchillo también, atravesando el pie derecho del angelito que lo único que quería era calmar el dolor que causa la necesidad de comer…
Los gritos alertaron a la madre que regreso corriendo a la cocina…
-Hijo mío…. No pasa nada… No llores, nosotros los pobres debemos ser fuertes…
Y así quedo Serafín sentado allí aprendiendo con lagrimas en los ojos una de sus tantas lecciones… El hambre y la pobreza solo traen dolor y lagrimas…. El hambre y la pobreza dos de los grandes males de nuestro planeta…
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