Existe gente que proviene de familias llenas de afecto verdadero y otras que no.
Quienes no, muchas veces terminan por convertirse en gente mala o peligrosa para aquellos quienes sí.
Quienes no, tratan de llenar sus vacíos, usualmente no con los demás, sino a costa de los demás.
Quienes no, a pesar de que digan amar y prometan amar, de vez en cuando dejan escapar un brillo de envidia y de odio que no siempre logran esconder de la vista de aquellos quienes sí.
Quienes sí, no siempre entienden estas cosas.
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El hombre arpía se alquiló un otro universo, ya que el suyo le fue arrebatado desde chico por un televisor.
Dicho otro universo lo encontró en sueños y a través de ejercicio imaginal, lo cual es deseo de algo auténtico. Arrasado como por una bomba atómica en invierno buscó la soledad y la encontró. Deshecho, de toda hipocresía enfermiza pegada a su piel, se arrojó a la nada y allí algo encontró.
Encontró formas. Y las alquiló.
El mal entre los malos no es nada, es como un juego de batallas con espadas plásticas, a veces uno se come un sandwich con una mano mientras pelea con la otra y se ríe en sus adentros mientras se le escurre la salsa.
Los malos entre los malos se ayudan recíprocamente, porque entre ellos se entienden, porque a fin de cuentas todo el mundo necesita afecto; y el afecto muchas veces se expresa de formas muy diversas.
Existen juegos comunes entre los hombres malos que, quienes no hayan pasado por malas experiencias encuentran en sí su fragilidad.
A nosotros esa gente (frágil) nos da miedo; es, como si abriendo la boca se pudiera deshojar un árbol entero.
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Treinta veces fue asesinado el hombre arpía sin que fuera tocado su cuerpo, cincuenta veces fue encarcelado, quince fusilado, trece electrocutado y juzgado todo el tiempo. La maldad que se le pueda inflingir a un individuo depende siempre de sus capacidades energéticas. Una persona capaz de resistir treinta muertes las resiste, lo que no resistiría es el aburrimiento. Una persona con mucha resistencia se convierte en un magneto para todas aquellas personas con deseos de castigar, lo cual es una sublimación puritana del deseo normal y comun en los hombres de asesinar.
El hombre arpía, lentamente, con cada muerte va cambiando, como se cambian canales, de seres. Muere uno y aparece otro que toma su cuerpo. Muere el segundo y aparece un tercero que toma su cuerpo, muere este y... Y, así sucesivamente hasta que se completa un ciclo de seres y se invoca a un ente del otro mundo.
Dicho procedimiento de constantes muertes y renacimientos en un solo ser se le conoce dentro de los círculos esotéricos de la crueldad absoluta con el nombre de "Un paseo por todo el Cielo", es como una ruleta (que no rusa), como una bala-pregunta que se dispara al Cielo, y la forma que aparece es la forma que amerita la ecuación de un espacio - tiempo. Se detiene la pelotica en una sola casilla y no es ni un ángel ni un cristo lo que aparece: aparece el hombre arpía.
Alas negras de un deslizamiento a tercera, una risa profunda y ácida más allá de toda ciencia, sincera y libre; unas patas de ave de rapiña de brillo de estrella y, el característico aura negro-morado tras de sí. Emanación energética tres en planeta resistencia uno. El hombre arpía sólo existe mientras hay algo que se pueda llevar con él (con la forma que lo preside), una vez regulado el planeta del arquetipo vicio, dicho espanto sube al cielo.
(Es importante hacer notar que el espacio exterior se encuentra en el interior de lo que Don Juan llama "bolas energéticas", en contraposición con "Huevos Luminosos", por lo tanto: traer a un ser de un otro, digamos, "Planeta", a este mundo, se logra mediante un profundo deslizamiento del punto de encaje hacia el interior de la bola energética. A través de sus adentros la bola energética viaja a través del Universo, hace cálculos ecuacionales automáticos a velocidades más allá de la intención y del pensamiento y adquiere una "Forma" - en el mejor sentido Wittgensteiniano de la palabra. Dicha forma está aquí "prestada" - en caso de que dicha forma no sea necesaria dicha forma no podría aparecer a través de la bola energética. La forma prestada es "Trimegistra" (tres veces más grande que toda posibilidad energética humana humanamente hablando) y se activa, para contrarrestar otros males. Es un protón gigantesco, energético, de apariencia humana, que atrae seres para seren devorados en su infierno. Exteriormente hablando, es un ave espacial que se asoma desde las ramas de un otro planeta, a través de cortinas de constelaciones de estrellas en busca de presas, alza vuelo y toma forma en una otra atmósfera a través del préstamo que le confiere una bola energética).
Mientras tanto, escribe y escribe a ver si algún ratón cae en la ratonera.
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