Sentada en un banco viejo de estación, miraba el reloj incesantemente.
Esperaba la llegada del tren de las veintidós.
Un libro ajeno a su mirada, yacía indiferente sobre su falda.

Una vetusta locomotora a vapor ruge taladrando el aire.
Humanos y perros hambrientos se apiñan en los andenes.
Un zumbido constante.... monótono....... letánico......envuelve la estación.
Lágrimas sin valor mundano, tiñen los rostros de pasajeros y familiares.
Manos gastadas, ajenas, sabias, en relieve, se agitan hablando por sí solas.
Abrazos sostenidos claman por un lugar en el mundo.
Entre las agujas del reloj el bullicio de los niños se desvanece.

Se olfatea el sudor penetrante y ácido de la miseria.


Un ruido de altavoces la sobresaltó
Tren de las veintidós “ Cancelado”.
Mordiendo la helada; caminó despacio.
La ciudad la trago en un solo bocado.

Ana María Suárez.