Pesadilla

Era una noche oscura, tan oscura, que la noche se sorprendía de ello.
Al despertar y no ver a nadie a su alrededor se creyó muerto y enterrado quizás en una fea tumba o talvez, pensó, “fui lanzado a cualquier promontorio que encontraron los asesinos después de saquear mi casa”.
Palpó su cuerpo por espacio de varios minutos y se preguntó si los muertos podían hacer eso. No contento con el silencio que le rodeaba y la falta de respuesta a su pregunta, lanzó un estentóreo grito repitiéndola. Al no oír respuesta alguna decidió que era hora de levantarse del féretro que lo contenía.
-¡Alto! ¿Para dónde crees que vas? le gritó el ángel de la muerte —conminándolo a continuar su sueño—, el cual estuvo a su lado velando para evitar que despertara con peligrosos sobresaltos después de su larga pesadilla.