*Nunca, en sus 5 años de vida, había visto la muerte de tan cerca. Ahí, entre las piedras del jardín, había una Mariposa: multicolor, ingenua, de espíritu volátil… muerta. Algo se movió en ella, de forma rápida y tajante, y los borrosos días del recuerdo se fueron, tomó conciencia, desplumó su cuerpo y cubrió a la Mariposa con su propia piel… o tal vez fue la Mariposa quien la cubrió a ella, quién sabe…

Del cantar vestido con velos negros, y en las manos, las cuencas del Rosario, transparentes, como goterones desprendidos de una tormenta, de alas que se van sobre el río movidas por el suspiro del sauce, cuencas que caen una a una, tras las pañoletas rasgadas. La marcha de los difuntos a peso lento, con el olor a cirio, a incienso, a las cenizas que mueve el viento y se esconden en las grietas.

Con un piano, a tiempos descalzos, a compás marcado por el minutero, escala menor, tristeza sostenida. Coro de niños huérfanos, coro sin llanto propio, coro sin polen, sin flores, sin “Padre Nuestro”, coro sin vida…risas quebradas.

Rondas de cintas, vestidos palo rosa cubren su cuerpo, mojado y sin vida. Caña de azúcar descansa en sus labios, palabras idas, sonidos marchitos. Pómulos bañados con luz de una cereza, sonrojo artificial, timidez inventada.

*Y no hay bendición, no hay cantos, no hay misa, no hay partituras, no hay consuelo, no hay lágrimas. Y se quedo mirando la nada, ahí, en el jardín, sola, y con las manos llenas de sangre.





[Idea: libro de fotos y poemas que encontró una amiga (KTta) en una tienda, con título desconocido para mi, con la frase tiritando ahí en la portada, no resistí la tentación y la tome prestada para crear esto. Mis respetos (y disculpas por tan osada acción de mi parte) al autor]