Nos tomamos las frías manos mientras entrábamos en la gran herida negra que tapaba todo en derredor, nada existía en ese momento más que ese momento. Todo estaba perdido. No había nada que encontrar, tal vez porque no había nada que perder, tal vez porque estaba todo perdido, o talvez porque estábamos perdidos.
Tu mano fría empezó a calentarse, a calentarse tanto que empecé a sentir como quemabas lentamente lo que quedaba de lo que yo era, fui, o seré, porque ya es todo demasiado confuso, se ha convertido en un par de vinilos pegados unos a otros por el calor de una estufa, cosas que nunca debieron juntarse juntas en contra de su voluntad.
Está todo perdido.
¿Está todo perdido?
Está todo perdido
Estoy convencido de que todo lo que decimos no tiene sentido, estábamos los dos cruzando hacia ninguna parte, listos para perdernos en un ensueño de nadie, donde todo era violeta, amarillo y un poco celeste, donde la pelea no es por vivir sino por morir, porque todo es demasiado o porque todo es muy poco, o porque tenerlo todo nunca fue suficiente.
Técnicamente, estábamos en una plaza, estábamos tirados como dos vagos en un día de calor sofocante, de esos donde moverse duele y somos presos en ropas que perderíamos en un instante si no fuera porque no se nos permite hacerlo. Diablos, ¿somos algo al fin y al cabo?. Divagues. Nunca dejamos de ser buenos, a veces solo falta encontrar a quien se de cuenta de que somos buenos.
Y deliro, porque estoy perdido o porque te encontré, entre estas lunas que no me dejan ver bien, los tamaños se confunden y las distancias no existen, estás acá sentada al lado mío tomando mi mano o estás a mil millas de distancia perdida como un punto negro lejano. O de repente estás en ambos lugares. Y eso es lo que me preocupa: que puedas estar en dos lugares.
No hay tampoco un tiempo, nosotros fuimos, o seremos, o seremos, o nunca seremos, no importa. Lo que importa es que somos un coagulo rompiendo con este cielo de estrellas que nos impone pensarlo, analizarlo y llegar al vacío, el mismo vacío que nos hizo pensar nos hace dejar de pensar, y es ahí que nos damos cuenta de que estamos solos, solos con cada uno, no con nosotros.
Y ahora estoy llorando lágrimas color sangre, pero son buenas, son reveladoras, son sanas, y mientras que lloro tu mirada dura, tiesa, de ojos púrpuras e inexpresivos no logra mostrarme nada, o nada que yo quiera ver, porque también en bloquear soy un experto. Las lágrimas corren y caen miles de metros hasta chocar con un piso inexistente donde se expande y crea mil planetas pequeños, todos del mismo color rojizo, que solo tus ojos podrían animar y dar vida, porque eso hacen o hicieron tus ojos: dar vida.
Y todo lo que da vida la puede quitar, me dijeron, porque no existe el bien sin el mal, el amor sin el dolor, la compañía sin la soledad, los buenos sin los malos, nosotros sin ellos, yo sin ti.
No se donde estamos, no se si estamos los dos en el mismo lugar, no se si te estoy amando o si te estoy odiando con toda mi alma.
El problema en un principio es darnos cuenta de lo que queremos, después de que lo sabemos, tenemos un problema aún mayor: cómo conseguir lo que queremos.
Delirios.
Esta ensoñación se ha expandido demasiado, te ves aburrida, no quiero aburrirte, lo haré sólo si es necesario para que te quedes, o si es necesario para que te vayas.
De repente estás demasiado consciente, no te has dejado llevar, o no te has dejado llegar.
Como siempre y como en todo, este sueño va a donde van todos los sueños y todos los perdidos: a ninguna parte.
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