Estábamos conociéndonos, ella era una mujer que jamás pensé en conocer, se parecía tanto a mí.
Sin rumbo especifico, sin un solo territorio que le sepa a hogar, pasaba sus días, siempre atenta a lo que se pueda presentar.
Esto no podía estar mejor, que agradable era conversar con ella, de vez en cuando nos burlábamos de algunos hombres que pretendían venir a hacernos compañía, diciéndoles que éramos transexuales que teníamos el pene hecho un candado allá abajo, y los pobres hombres haciendo gala de su miedo homo fóbico, de sus copas encima y su falta de tolerancia huían pensando que era cierto, a otros les decíamos que éramos lesbianas y que estábamos ocupadas en una cita, a lo que contestaban diciéndonos que éramos un desperdicio, para otros solo éramos tipas confundidas y según decían con su basta experiencia en psicología y casos parecidos en sus amigas , podrían ayudar a corregir.
Hasta que por fin cansados de joder, dejaban de insistir.
Cuando me tocó la mano fue de causalidad, pero yo no la moví, quería sentir su calor, nos miramos como se miran dos almas antiguas y después me sorprendió aun mas tocándome el rostro, decía que le recordaba a alguien, yo le dije que me parecía a muchas y a muchos otros, le quite el sombrero y extrañamente mis pensamientos sensuales pasaron a convertirse en algo parecido al sentimiento del afecto, era sin duda porque ella se estaba sirviendo en un plato tendido, poniendo al descubierto sus anhelos, sus talentos, sus equivocaciones y sus desencantos, en conclusión la estaba conociendo y no quería dejar de hacerlo.
Nuestra relación es especial, pues no nos pertenecemos, tampoco tenemos que recordarnos, estamos, somos una especie de conocimiento existente y palpable, como si nos hubiésemos encontrado una vez mas en un túnel temporal que ya hemos cruzado antes.
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