Al límite de mis fuerzas, cada vez más ausentes.

Y mis manos a uñas largas me rasguñan el rostro, sólo espero mi racompensa, después de tanto por fín lo he conseguido. Debo dejar de voltar tanto hacia atrás sólo para no esperarte como debe ser, porque si me sigo clavando en esta textura interminable, irremediablemente terminaré padeciendo de mi propia mordida y mi propio veneno.

Ahora juego un poco para distraerme de todo esto y dejar de extrañarte un poco, vaya conducta más evasiva que no me permita masticarte por completo, y tragarte, y digerirte toda, y deshecharte, de una vez por todas.

Eres la maldita duda que me tiene en hambre y sequía, ¿hasta cuando dejarás de atormentarme? supongo que hasta que me decida a dejar de invocarte tan a menudo...