Como un rayo de luz
mis dudas y mis miedos se disipan.
Tu imagen se hace clara, nítida:
te acercas y me besas y siento que estoy preso
De una mujer, eternamente.
Te encuentro, de repente,
como quien ha buscado mil noches
mil mañanas, como quien ha soñado
sucumbir hasta el alba,
mas allá de inútiles razones...
Y bebo en ese instante en que te encuentro mía,
Todo el tiempo querido que siempre he buscado,
Y creo que ha llegado ese momento pleno
que puede despojarme de esta búsqueda loca...
Mi boca de repente se aleja del hastío,
del grito y del absurdo
del sueño de mil noches
Y se entrega al susurro de una curiosa calma.
Y así me acerco
hasta tu tiempo extraño sin hacerme daño
pensando en el futuro,
y atónito descubro que no me importa nada:
No hay miedo a la ausencia de tu amor
Ni a tu sonrisa que algún hombre hoy disfruta,
De tu presente impreciso...
Pero a veces de ignorante,
me atrapa un ansia despiadada
por arrancarte el grito
Que guardas como un tesoro.
Quisiera sacarte el velo, el hastío, el asco... todo
y apretarte fuerte contra mi cuerpo erguido,
para injertar en tu sueño la savia del mío,
y que broten juntos, limpios del pasado.
para nacer de nuevo sin tiempo amordazado,
sin heridas, sin rencores
creando la vida en el presente,
Como siempre lo he soñado.
Mateo Colon
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