Estaba allí sentado, frente a frente como lo había pensado toda la semana; este era el momento tan anhelado, se veía fresca, su piel deslumbrante, y su sudor me excitaba aún más, deseaba devorarla poco a poco pero con ansia; recordé los buenos momentos que habíamos pasado, esas tardes de verano en las que ella besaba mi boca y la refrescaba con ese sabor amargo, ese inquietante sabor. La miraba en todo su ser, era hermosa, era una diosa salida del más fantástico de los cuentos; entonces la tomé fuertemente con mi mano, y lentamente le hice acariciar todo mi desnudo cuerpo desde mis pies, tomando por camino mis lánguidas piernas hasta llegar a mi abdomen, sentí escalofrío, lo cual me fascinó, continuamos el trayecto y llegamos a mi cuello, su sudor se juntaba con el mío en un bailar de dos cuerpos, deseándose el uno al otro, no resistí un instante más y decidí robarle su virginidad para disfrutar de todo su cuerpo y su vitalidad, la destapé y me la bebí toda. |