Verdad insulsa, con un papel y un lápiz en l mano,, sentada, pasmada, reproduciendo una dramática escena en el andén de la esquina, como si no fuese suficiente la dolorosa quietud del alma, la perpetua soledad obligada, la tristeza mesurada, controlada para no estallar en estruendosos gemidos. Rostros conocidos caminan lentamente frente a mi cuerpo desahuciado, evidentemente abandonado
lo conocí con mis zapatos futboleros, época en que la rutina me consumía a pedacitos, y aún disfrutando mi quehacer diario intento huir de mi destino premeditado
he encontrado a un aliado, con sus zapatos y su cuerpo desgastado, tarareando mis pensamientos le observo plácidamente
Otra decepción, en menos de una semana, ni una sola mirada...
No me quiso mirar a los ojos, en una noche fría de septiembre, con sus anteojos azules, las manos en los bolsillos y su rostro preocupado: un hombre de cabello largo al frente suyo con aspecto sucio y angustiado
sucio y angustiado le incomoda. Le hice una paloma de papel y se fue, sin despedirse.
El cansancio reina entre rostros desolados y zapatos desgastados.
Tose, cierra los ojos, mira al piso, mueve los pies, agacha la cabeza, esto una y otra vez, resulta hasta rutinario para mi misma
Odiosa costumbre la de ocultar las manos: brujería inexacta e inconclusa".
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