REQUIEM MARINO
8 DE MARZO DE 2006.

Porque en la muerte
también hay belleza
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Si me pierdo en el mundo infame de las cosas cotidianas, no me sigas..
Hoy solo quiero echar a arrastras los pasos donde los pasos se alejen de sí.

Si me pierdo en la caverna oscura de lo anónimo, solo déjame
porque es momento de guardarse en la tibia concha del silencio.

En esta noche de ojo dilatado, nada que provenga de mí que dé luz
¡Llamad al faro, que alumbre los castos mares del Mediterráneo!

En la mañana que despierta, nada que provenga de mí que sea fecundo,
¡Cubrid de riguroso negro las playas, haced tandas por el duelo!

La mano agitada en el vacío que forma el acantilado, se vence a sí misma,
así misma se vence. Se abre y suelta la semilla que no se siembra.

El costado iluminado de la mujer, la zona oscura del borde del hombre.
La censura que la distancia hace del sentimiento. El paredón de la muerte.

La franqueza erigiéndose como principal motivo para callar,
aquí están el cielo, la ballena y el mar velando a la mujer que duerme.

Pronto su cuerpo será bajado a los océanos que tanto temió,
ya vienen las gaviotas a su encuentro y con ojos sinceros la devoran.