Odio comer solo; es lo mas ridículo que le puede ocurrir a una persona. Verse en medio de un comedor, rodeado de mesas atiborradas de gente...y en la mía tres asientos vacíos; como si hubiese hecho algo malo, alguna traición que hizo que los posibles ocupantes de esas plazas comiesen mas allá y me hubiesen dejado a solas con mi culpa, con mi condena.
Hoy esta esto repleto. Aun, cuando está medio vacío es mas soportable: las mesas solitarias se solidarizan con las sillas desocupadas de mi mesa...me siento mayoría, pero hoy... solo esas, las tres sillas de las cuatro que me corresponden permanecen sin ocupar; ni siquiera han venido a preguntar para llevárselas; me siento boicoteado.
Aunque no se que es peor; a veces, cuando se llevan mis sillas; porque son mías, o es que no puedo elegir en cual de ellas sentarme?. Pues cuando se las llevan es peor. Parece tal cual como si hasta las sillas hubiesen huido de estar a mi lado avergonzadas; las puedo ver corriendo hacia otra mesa; huyendo del apestado....el único hombre solo del comedor...veo mis piernas, a la vista de todos los comensales, sin el confortable parapeto que ofrece otro asiento a tu lado.
Me imagino la escena ante cualquiera que entre buscando una plaza: el local lleno; las mesas repletas de platos botellas y manos, (es curioso, pero lo mas feo que puede encontrarse en una mesa es una mano)...el jolgorio, las risas; alguna voz desentonada y la mezcla de olores: chorizo frito, vino de mesa, callos, cerdo deliciosamente grasiento... y allí..., yo; en medio de la sala; con mi ensalada y mi chuletillas de cordero.
Si al menos hubiese podido coger una mesa de una esquina..., pero andan ocupadas por pintores de monos abstractos, albañiles de pelo trágicamente empolvado y representantes de camisa arremangada y chaqueta arrugada.
¡¡Quiero cocido!!, ¡¡chorizos fritos con pimientos y patatas a lo pobre!!... y de postre; algo ligerito: arroz con leche, pero es que solo no me atrevo...
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