Prosa pagana (Palabras para Mauro)
(Sebastián A. LS.)

Un apretón de manos te reconoció como mi disciplinador.
Esos cinco dedos retorcidos en santo trance con los míos;
un modelo aún por descubrir en la simplicidad de la superficie.
Quién hubiera dicho que alguien como vos,
ser humano de sensibilidad mágica,
hubiera entrado tan ligeramente en mí
en el momento en que lirios negros se arremolinaban
totalmente maduros a mi alrededor.

El abrazo es un silogismo de la pequeña amistad que nos une.
Casi doce años te separan de mi realidad insignificante,
sos naturaleza vieja en mi ecosistema esquizofrénico terráqueo.
Fuiste optimismo y experiencia práctica
cuando las derrotas se contrapusieron a mis ideales
y a nada le hallé un sentido, un fin (que quizá no lo hay).
Y seguís siendo el mismo que conocí,
el oyente de mis inquietudes y el consejero de mis decisiones.

Y cierro mi prosa pagana con tus propias palabras para conmigo:
“No soy tan inteligente, y tengo defectos como tenemos todos
pero no por eso hay que tirar todo por la ventana.
Justamente en ese momento en que vemos todo negro y nos odiamos
es cuando menos mal debemos hacernos
porque es cuando más débiles estamos.
Tendríamos que tener un poquito de esperanza
y juntar fuerzas para esperar tiempos mejores
porque la vida es larga
y no hay mal que dure cien años”.