Las mejillas rojas imantadas de beso La boca delineada como pétalo Cerrados los ojos como un canto nos dejan resbalar en el tobogán de sus pestañas su aliento de alondra susurra castillos infranqueables Quinientos filósofos no pudieron -y sabe Dios que lo intentaron- definir esta sensación antorcha de hilados permanentes Los puentes o la rueda el descubrir el fuego el pisotear la luna o democracias Los hombres estirando su hollín sobre los siglos Y siempre… la ansiedad de este diminuto espacio para depositar un beso de buenas noches en la mejilla tibia de un hijo que sueña.
Texto agregado el 20-09-2006, y leído por 85 visitantes. (3 votos)